ART_23_PropósitodelArrepentimiento

El propósito del arrepentimiento

Todos nosotros hemos cometido errores, y sabemos que por alguna razón esa imagen —ese momento— se imprime fuertemente en nuestra mente y es muy tentador insistir en ello; como si el estar reviviendo en nuestra mente esa situación fuera de alguna utilidad.

Cuando se comete un error y permanecemos mirando por el espejo retrovisor, lo único que logramos es mantenernos mirando lo que ya pasó y sin dejarlo ir, lo cual nos atrapa y nos lleva a resentimientos, a tratar de castigarnos o a pasarle la factura a aquellos que estuvieron de alguna forma involucrados. Esta dinámica tan tóxica se basa mucho en el miedo, y es por una parte como si no quisiéramos que eso volviese a suceder, así que le vamos dando vueltas mirando el pasado, hablando constantemente de ello y manteniéndonos en una espiral sin poder soltarlo.

Pregúntate siempre ante una situación de la cual sientes arrepentimiento: “¿Qué es lo que verdaderamente podría aprender de aquella experiencia?” Para que más tarde puedas aprovechar los aprendizajes ante situaciones similares y así lograr un desenlace diferente.

Con esto no quiero decir que no es importante el mirar hacia atrás para aprender de las cosas, o el reconocer algún error y ofrecer una disculpa; el problema viene cuando nos quedamos atrapados en el pasado, en la situación y sin dejarla ir, lo que nos lleva a ese espiral del arrepentimiento.

Para explicar mejor lo anterior quisiera utilizar un ejemplo del mundo de los deportes: el de los golfistas cuando fallan un putt, por algún margen mínimo de error, y no logran meter esa pelotita blanca en el hoyo. Lo que diferencia a los grandes golfistas es precisamente ese momento de reflexión cuando fallan y logran revisitar en su mente ese instante e identifican lo que corrió mal para poder hacer el ajuste necesario y ser más asertivos en el próximo hoyo. Otros se molestan, hacen un drama, avientan el bastón, hacen ademanes, etc. Pero muy en especial, y es a esto a lo que voy: se llevan esa imagen en la mente y al momento de volver a estar en el siguiente hoyo lo único que registra su mente es el error del pasado y hasta se dicen a sí mismos en silencio cosas como “ahora falta que vuelvas a cometer el mismo error de atrás”, y esto solo puede traer un solo resultado: el tropiezo, una y otra vez.

Los mejores golfistas, los mejores atletas y los mejores líderes siempre van serenos por la vida y aprendiendo de las diferentes experiencias que se van presentando.

Hay que aprender a dejar las cosas atrás, con responsabilidad, y concentrarnos en lo que haremos mejor en el futuro. En lo personal no me gusta pensar en los errores del pasado, ya que es una especie de conexión de culpa paradójica para mantenerte viviendo en él, lo cual simplemente no te permite avanzar.

De alguna forma la culpa, como sentimiento, es beneficiosa como parte del examen de conciencia que se debe de llevar a cabo ante alguna falta; ante algún error, pero esto funciona solo cuando se lleva a cabo en el preciso momento en que se detona y entra en acción; es aquella vocecita que te dice “Ups…..! No debiste haber hecho eso”, y te arrepientes, lo que significa el genuino deseo a cambiar. Pero otra vocecita te puede decir algo como: “¡ah….!” y ahora vamos a mantener esta culpa por mucho tiempo y como parte de un proceso, lo que se convierte en el verdadero arrepentimiento, y eso sí que es destructivo.

El arrepentimiento puede verse como una emoción inútil, pero con su apropiado manejo puede llegar a ser productivo.

Entre los sentimientos, hay otro que viaja en paralelo al arrepentimiento y que es importante distinguir, me refiero al remordimiento. Ambos son sentimientos diferentes, ya que el remordimiento se presenta cuando lastimas a otra persona, por ejemplo.

Si algo que hiciste causó dolor y lastimaste a alguien por alguna decisión que tomaste como líder porque pensabas que era una buena alternativa pero terminó siendo una equivocación, pues no te queda más que buscar avanzar rápidamente sobre esta situación o correrás el riesgo de entrar en un proceso de remordimiento, el cual probablemente sea muy apropiado y te lleve a expiar esa culpa y a ofrecer una disculpa genuina, sin embargo, cuando ya has hecho todo lo que está a tu alcance para emendar la situación, entonces debes seguir adelante y percibir con todo tu ser que algo positivo saldrá de todo esto.

Por otro lado, creo que todos debemos tomarnos menos en serio para lograr reír y celebrar nuestros errores. 

Te comparto algunos Tips que puedes poner en marcha para dejar de sentirte culpable y dejar atrás el arrepentimiento, pero sin dejar de aprender de él:

  1. Busca la causa de tu arrepentimiento 
  2. Acéptalo y perdónate
  3. Aprende de todo esto 

Equivocarse y cometer errores es humano. La principal solución para recuperar el rumbo de tu vida tras un arrepentimiento, o remordimiento de conciencia, es perdonarnos a nosotros mismos.

Ahora quiero compartirte algo sobre mis experiencias con este sentimiento del arrepentimiento.

Me interesé precisamente por este tema porque me di cuenta de que yo mismo tenía muchos arrepentimientos y remordimientos en mi recorrido de vida personal y profesional. Probablemente no es algo que hubiera explorado a los 30 años, pero en cierto modo me parece inevitable hacerlo ya entrado en los 50s.

El arrepentimiento es nuestra emoción más incomprendida, a pesar de haber muchas pruebas que constatan que es una de las más frecuentes. De hecho, es una de nuestras emociones de menor vibración y más negativas, por lo mismo siempre hay que buscar resolverlo[K1] .

Primeramente, todo el mundo se arrepiente; las únicas personas que no lo hacen son los niños de cinco años, los individuos con daño cerebral y los sociópatas, ¡ok!, el resto nos arrepentimos, y lo más importante es que, si lo gestionamos de manera correcta, el arrepentimiento nos hace mejores.

En esencia, reconozco que, ante determinadas situaciones, siempre pude elegir y estuve al volante del rumbo de mi vida. Como en la fábula de la hormiga o el saltamontes; pude haber sacrificado cosas, lujos y placeres a corto plazo para que dieran sus frutos a largo plazo, o como lo hice: pude gozar al máximo cada momento como un verdadero hedonista y dejar pasar los días sacrificando el largo plazo.

La gente siempre nos arrepentimos de esta última elección, de lo que nos lleva a sacrificar el largo plazo. Pero también en general la gente se arrepiente de lo que no hace mucho más que de las cosas que sí hace. Lamentamos lo que “no hicimos” mucho más que lo que “hicimos”.

Por último, te quiero compartir una idea, la de escribir un currículum de tus errores y tropiezos en la vida. De alguna manera este currículum te permitirá hacer tres cosas fundamentales: lo revelas, sientes compasión por ti mismo, y luego tratas de extraer las mayores lecciones de las cosas.

Animaría a todos a redactar su currículum, ¡el mío ya tiene siete páginas!


 [K1]Sugiero poner alguna cita de alguna referencia que fundamente esto, ya que puede causar problemas desde el punto de vista de la psicología.

ART_17_Descarriladores

Los descarriladores de liderazgo

En este artículo hablaremos sobre los diferentes factores y actitudes que pueden descarrilar tu liderazgo, y en consecuencia disminuir su impacto con tu equipo.

Pensemos en un tren que suele llegar a la estación de su destino a tiempo, sin contratiempos y, sobre todo, sin haberse descarrilado, es decir, sin haberse salido de sus rieles. Así suena a que todo funcionó muy bien.

Sin embargo, puede ocurrir el descarrilamiento de un tren, el cual por lo regular sucede por fallas operativas o por problemas mecánicos, y cuando esto ocurre, cuando un tren se sale de la vía, lo que acontece es una tragedia, ¡es un caos! 

Pues en el campo de liderazgo sucede lo mismo: cuando un líder falla en su misión, la organización que está en sus manos vive una etapa de mucha incertidumbre y frustración, sujeta a cambios e impactos inesperados y expuesta al caos.

Existen múltiples causas que conducen al descarrilamiento en el liderazgo, pero una de las más interesantes, y que además se podría evitar con el adecuado asesoramiento y planeación, es cuando se promueve a un colaborador con habilidades técnicas sobresalientes pero que aún no se encuentra bien preparado para guiar a otros como líder.

Por otro lado, muchos colaboradores han de lidiar con que, a pesar de su brillantez, no alcanzan el ascenso deseado, ¿por qué? Porque el éxito en las habilidades técnicas y el gran conocimiento de un área específica no aseguran seguir creciendo en la pirámide corporativa. Y es que a la organización puede no interesarle mover a un gran técnico a un puesto gerencial o de dirección, porque en el nivel actual en el que trabaja simplemente lo ha convertido en alguien imprescindible.

En fin, existe un sinfín de ejemplos. Uno de ellos, un ejemplo clásico, es que no se promociona a director de ventas al mejor vendedor, ya que ser excelente como comercial no asegura que esa persona sea top en cuestiones estratégicas y directivas. Y es que la semilla del éxito inicial puede convertirse en el germen del fracaso final. 

Cuando hablamos de liderazgo empresarial, social, político… sucede lo mismo: no todo aquel que ha destacado en aspectos tácticos, que aglutina un gran conocimiento sobre un área o que sobresalió en su profesión, tiene por qué ser exitoso como un buen líder. Y, es más, no todo aquel que lidera con éxito una empresa es capaz de desempeñarse igual de bien como líder en otra compañía o en otro sector.

¿Cuántos casos se conocen de excelentes líderes empresariales que quisieron dar el paso a la política y simplemente no funcionaron en ese ámbito a un alto nivel, o viceversa? Hay sonados ejemplos de fuertes líderes políticos que sufrieron un tremendo descarrilamiento al querer ser empresarios.

El problema en todos los casos es el mismo, y suele venir porque como líder puedes enfocarte en las cuestiones sobre las que tienes experiencia y tratas de evitar los aspectos que te obligan a salir de tu zona de confort. Así se manifiesta una incapacidad de adaptación al nuevo rol, a los cambios internos organizacionales, una excesiva confianza en las habilidades pasadas y una aversión en aprender nuevas destrezas, las cuales sí te facilitarían progresar en ese nuevo escenario.

En todos los casos, como líder debes ser consciente de que lo que ha contribuido a traerte hasta aquí puede no servir para conducirte hasta la siguiente meta.

De esta manera y con base en lo mencionado anteriormente, podemos definir al descarrilamiento del liderazgo como un comportamiento que se interpone en tu progreso y facultad de realizar tu misión como líder ante tu equipo. Un descarrilamiento no es sólo una debilidad más. Pensemos que todos y cada uno de nosotros tenemos debilidades que tal vez nunca decidamos mejorar, o no necesitemos dominar, un descarrilamiento es “esa debilidad” que requiere que la mejores si quieres realizar tu máximo potencial.

Cuando un líder sufre un descarrilamiento, la organización recibe la peor parte de ese impacto, especialmente cuando ésta ha invertido mucho tiempo y recursos en el desarrollo de las habilidades de liderazgo de ese líder, y en particular, cuando el descarrilamiento afecta al nivel de los empleados y equipos de trabajo, provocando la pérdida de motivación y compromiso al percibir que su líder les ha “fallado”.

No es necesario mencionar que el liderazgo descarrilado es algo que cualquier líder y organización debe evitar a toda costa. Pero para hacerlo, el primer paso es saber identificar cuáles son las causas comunes del descarrilamiento y evitar que suceda.

En mi recorrido como líder a través de todos estos años, he pasado por diferentes desafíos y experiencias que me han podido ayudar a identificar ahora algunos de los descarriladores de liderazgo más comunes y evidentes, los cuales son:

  1. Carecer de concentración: el líder se distrae fácilmente; pasa de una tarea a otra sin hacer las cosas más críticas.
  2. No ser un jugador de equipo: es egoísta; antepone la agenda personal al bien del equipo.
  3. Perfeccionista: no reconoce cuando algo es “suficientemente bueno”; es obsesionante, intransigente.
  4. No ser confiable: viola o compromete la confianza de los demás; tiene dificultades para ganarse la confianza de otros.
  5. Micromanagement: control excesivo; no otorga a otros la libertad y la latitud para hacer su mejor trabajo.
  6. Ser volátil: pierde los estribos y  la paciencia rápidamente; es irritable y faltante de compostura.
  7. Falta de confianza: demasiado preocupado por cometer errores; indeciso. Evita el riesgo.
  8. La indiferencia: distante, inaccesible o aislado; visto como indiferente a los demás. No logra construir relaciones efectivas.
  9. Mostrar arrogancia: es egoísta; muestra un fuerte sentido de derecho.
  10. Ser de mente cerrada: está cerrado a nuevas ideas; no abierto a comentarios críticos, indispuesto a considerar otros puntos de vista.

Las organizaciones son más que un negocio, son un ecosistema que ejerce un impacto enorme en las personas, en otras empresas, en los gobiernos, y en la sociedad en su conjunto. Cuando ocurre un descarrilamiento del liderazgo al más alto nivel, el desempeño y destino de la organización se ve simplemente expuesta. Un liderazgo bien integrado y consciente es un aspecto vital de cualquier organización, sin él, cualquier empresa, por extraordinarios productos o servicios que tenga, estará destinada a fracasar.

ART_21_SilenciodelLider

El silencio de un líder puede ser más valioso que sus palabras

El silencio puede ser señal de asertividad, además, también es una forma de comunicar. Tomemos por ejemplo a los directores de orquesta, que tienen la difícil tarea de dirigir a muchos músicos para interpretar melodías de la manera más armónica posible.

Los mejores líderes saben utilizar el silencio como una táctica para expresarse por sí mismos y como una oportunidad para dirigir. El silencio puede convertirse en una herramienta muy útil cuando se trata de liderar a tu equipo.

Seguramente te surgirán algunas preguntas como las siguientes: ¿Cómo se lidera desde el silencio?; ¿cómo puedo impactar y proyectar mi liderazgo sin abrir la boca?

Primero y, antes que nada, si lo que deseas es desarrollar una relación más afectiva, debes crear confianza. Y para construir confianza, debes escuchar más y hablar menos (así de simple). Cuando se quiere establecer una relación, no se trata de sólo hablar, y debemos hacer preguntas y escuchar de forma genuina las respuestas para aprender sobre la otra persona.

Si utilizas demasiadas palabras, el punto clave de la conversación corre el riesgo de perderse. Por ejemplo, en caso de estar en una reunión, no respondas a todos los cuestionamientos que se plantean en el grupo. Se trata de que respondas a una o dos preguntas, las que consideres más importantes, con la finalidad de dejar respuestas más memorables y de mayor impacto.

Como líder, lo que buscas es saber lo que piensan los demás. Por ejemplo, en el caso de proponer un nuevo proyecto, deberías pedir a los demás que compartan y expresen sus ideas. Los buenos líderes dan a otros la oportunidad de liderar, lo que ayuda a ganar respeto y aumentar el poder de influencia.

Cuando no paras de hablar, no permites que los demás compartan su sentir y den respuestas. Así que, cuanto antes dejes de hablar, más rápido te responderán.

No necesitas de nadie para cosechar el poder del silencio. Te debes tomar tiempo del día para estar en silencio. Hay que practicar con ejercicios simples como mantenerse un momento de silencio al despertar por la mañana o ir a una habitación sola durante la jornada de trabajo y cerrar la puerta durante unos minutos. En ocasiones, el silencio puede decir más cosas que las palabras y se debe aprender de ello.

La meta es identificar cuando el silencio ayuda a expresarse mejor por sí mismo para aumentar el poder de liderazgo.

Créeme, “el silencio puede ser una herramienta muy útil cuando se trata de liderar a un equipo, pues cuando el líder permanece en silencio para escuchar a su equipo o a sus colegas, les está dejando más espacio y facilitando su propia contribución.

Piénsalo de esta otra forma: “Tu opinión tiene mucho peso, y cuando te expresas puedes condicionar a tu equipo, a quienes les puede llegar a resultar difícil mostrar una perspectiva diferente a tu opinión. Por eso es muy conveniente el ser juicioso e inteligente para moderar tu participación”.

Ahora déjame compartirte algunas situaciones que, durante mi recorrido como líder, he constatado que siempre, y digo siempre, deberías permanecer con esa boca bien callada para agregar el mayor valor a tu equipo.

-Cuando delegas una responsabilidad:

Es común que a quien le delegaste esa tarea intente abordarte preguntando hasta el último detalle sobre ese proyecto. Créeme, aunque sea tentador responder, como líder debes devolverle la pelota al colaborador con preguntas y no con respuestas, algo como: “te entiendo, pero antes de responderte dime,  ¿tú cómo la realizarías?… y callarte para escuchar su narrativa. De ese silencio seguramente emergerá la auténtica delegación y desarrollo de quien asume esa nueva responsabilidad.

Cuando surgen problemas:

Los problemas son una oportunidad de oro para que los miembros de tu equipo muestren su valía. Por eso, en lugar de acudir corriendo a apagar el fuego y sacarte del sombrero una solución mágica, lo mejor que puedes hacer como el líder que quiere que su equipo crezca es preguntar a tus colaboradores qué harían ellos para resolver ese problema y escuchar sus propuestas.

Cuando sabes que la gente se bloquea cuando se impone tu presencia de líder:

Esto es una situación que a menudo se resuelve simplemente dando un poco de espacio a la gente y algo de tiempo para pensar. Así es, de tu silencio como líder puede surgir el espacio necesario para que los miembros de tu equipo pasen del “no lo sé” a ofrecer respuestas. Un simple “seguro que se les ocurrirá algo” créeme que les tranquilizará, les hará sentirse respaldados y les ayudará a encontrar alternativas. 

-Cuando te encuentrasen una reunión con clientes, en compañía con tu equipo:

Es muy habitual que como líder asumas el control de la reunión y con esto desplaces a tu gente a un segundo plano, incluso cuando sea directamente alguno de tus colaboradores quien conoce y  maneja la cuenta del cliente en el día a día. Este es un grave error típico que hará que el cliente lea entre líneas que en caso de problemas ha de tener que acudir a ti, y no a tu equipo. Además, el peso de tu gente o del colaborador se devalúa y queda dañado de por vida.

Por eso lo mejor que puedes hacer como el líder en la mesa de reuniones es escuchar mucho y, en su caso, ofrecer retroalimentación a posteriori y a solas.

En situaciones cuando la gente se encuentre murmurando, o burlándose de algún compañero   con cara de complicidad:

Como líder no te puedes permitir participar, y mucho menos echar leña al fuego. Has de mantener una actitud ética y no hablar mal de nadie que no esté presente. Ante esta situación tus opciones son, por tanto, las de callarte y mostrar reprobación con la mirada, o si lo consideras necesario, intervenir con un tono de reprobación.

Cuando hay que presentar a la alta dirección algún proyecto en el que tu equipo lleva trabajando mucho tiempo, y la presentación corre a cargo del miembro del equipo que lo ha estado desarrollando y quien mejor lo conoce:

Es una reunión importante y, como tal, tú como el líder del equipo, debes dar espacio para que ese colaborador se sienta cómodo y lo haga lo mejor posible. En este tipo de situación, tu participación como líder ha de limitarse a formular preguntas estratégicas y abiertas con el simple objetivo de que el colaborador, a través de su exposición, pueda realzar el proyecto. ¡Nunca trates de llevarte el crédito!

Cuando surge un debate o discusión entre miembros de tu equipo, quienes buscan algún tipo de consenso en torno a nuevas posibilidades… hasta que tú, como líder te pronuncias.

El peso de tu autoridad hace que la mayoría de los miembros del equipo se adhieran a tu punto de vista, y entonces el intercambio genuino de ideas decae hasta el piso. Por eso es más interesante que, antes de expresar tu propia opinión, como líder debes asegurarte de que todos participen, y que los animes a hacerlo, ya sea con la mirada o con preguntas directas.

Lo peor que puede ocurrir en un equipo es que todos opinen lo mismo.

Y para cerrar este capítulo te quiero compartir un pensamiento de Ma Luisa Miguel:

“La distracción más poderosa de un líder no es el ruido que viene del entorno en el que se mueve, sino del que proviene de la confusión de su propia mente”. Y recuerda: a veces un silencio cuenta más que mil palabras.