ART_16_Culpa

El rol de la culpa y la vergüenza en el liderazgo

Hace poco leía un artículo de Francis Flynn, un sociólogo muy renombrado que exploraba la influencia de la tendencia de las personas a sentirse culpables por su capacidad de liderazgo. Flynn diferenciaba en ese artículo estas dos emociones: la culpa y la vergüenza.

Para Flynn, la diferencia entre ambas radica en que la gente que experimenta culpa, lo hace cuando tiene una responsabilidad que no ha podido estar a su altura, y esa emoción se centra en el fracaso. Mientras que la vergüenza, que también surge de una falla a la altura de una responsabilidad, se experimenta cuando uno se siente como una mala persona, por razón del mismo fracaso.

El artículo mencionaba un estudio, donde se midieron la culpa y la vergüenza con cuestionarios en los que se pedía a la gente que pensara en qué había fallado; en alguna tarea o en alguna responsabilidad importante. Calificaron tanto el grado en el que se sentían mal por lo sucedido (es decir, la culpa), así como el grado en el que se sentirían mal consigo mismos (es decir, la vergüenza). También calificaron su sentido de responsabilidad ante los demás.

Es muy curioso, pero el indicador más fuerte sobre la predicción de quién sería un mejor líder fue el grado en el que los participantes lograban experimentar la culpabilidad; es decir, aquellos que lograron sentirse culpables como resultado de algún fracaso. Por lo tanto, la tendencia a experimentar la culpa fue uno de los indicadores más poderosos para predecir el éxito como líder, en otras palabras, las personas que lograban sentirse con cierto grado de culpabilidad, en lugar de tener vergüenza, lograba predecir lo bueno que un líder puede llegar a ser.

Entonces, ¿por qué la tendencia a sentirse culpable puede jugar un papel tan importante en el liderazgo? La respuesta es muy simple: porque predice el sentido de la responsabilidad hacia los demás, lo que sugiere que la culpabilidad influye en tu sentido de la responsabilidad hacia tu equipo, y que a su vez impacta en el grado de éxito de tu capacidad como líder. Por lo tanto, al aceptar la culpa ante tu equipo, a la hora de no conseguir un resultado esperado, consigues que tu grupo se una, y así se puede aprender de los errores cometidos.

En cambio, cuando sientes y muestras vergüenza ante tu equipo, por el sentimiento de no haber logrado los objetivos, el sentimiento te muestra como una mala persona, como un mal líder, lo cual tiende a minimizar e impactar al equipo, de tal forma que deteriora la unidad y los lleva de más a menos.

Recuerdo un día en que, durante una de mis asignaciones como Gerente General, tuve que transmitir una directiva poco empática a mi organización que iba de alguna forma en contra de mis propias convicciones. Lo llevé a cabo con gran ejecución para cumplir con el mandato de mis superiores, pero de alguna forma sentí que me había equivocado al hacerlo. El sentimiento inmediato que surgió fue la culpa; una señal de que había actuado en contra de mis valores, opiniones y puntos de vista.

Pasaron varios meses para digerirlo, hasta que pude hablarlo en persona y de forma presencial con quien era mi jefe en ese momento, ya que él vivía en otro país. Lo compartí con él, dejándole saber que aun cuando logramos ejecutarlo tal y como se había solicitado, no me sentía bien, ya que consideraba que tal vez hubiese podido haber otras alternativas antes de terminar tantas carreras como parte de la restructura solicitada como parte de un ejercicio de eficiencia organizacional. Me sentía culpable, ya que cargaba con todo el peso de las carreras profesionales y de tantas familias que habíamos dejado en la calle.

Mi jefe, quien ha sido uno de los mejores líderes, con quien me he cruzado en mi carrera y quien sigue siendo al día de hoy uno de mis mentores, me escuchó y me hizo sentir su empatía y compasión ante lo ocurrido y de lo cual aprendí mucho; pero también me pidió que, en lo sucesivo, cuando se presentaran situaciones difíciles y con las cuales no me sintiera alineado al 100 %, lo hablara con sinceridad y lo compartiera acompañándolo con alternativas viables para poder ponderar su verdadera factibilidad. De esta forma, al menos tomaría la iniciativa de forma proactiva y no reactiva, lo cual siempre me permitiría ser parte del problema, y por lo tanto de la mejor decisión, poniendo todo en perspectiva. Desde entonces comprendí que la culpa casi siempre lleva un poco de responsabilidad por omisión y por no querer confrontar, tal vez, discusiones difíciles en su apropiado momento.

Te comparto esto, ya que creo que en lugar de atormentarnos porque actuamos erróneamente o de debatirnos si debemos o no debemos sentirnos culpables, lo que podemos hacer es gestionar la culpa, porque ignorarla solo hace que crezca y se vuelva nociva en nuestro interior, como un monstruo que nos consume de a poquito.

La culpa es como esa amiga molesta que siempre señala nuestros errores. En lugar de alejarnos de ella, podemos abrazarla con fuerza. Cuando intimamos con la culpa; cuando la conocemos cara a cara, podemos gestionarla de manera que no nos duela ni entorpezca el camino.

La gestión de la culpa se convierte en una habilidad clave para un liderazgo bien integrado y consciente. Al trabajar en conjunto con otras emociones clave, podemos transformarla en un catalizador para nuestro crecimiento personal y profesional.

Entonces, con base en lo anterior, es importante cuestionarnos: ¿Qué puedes hacer para que la culpa no derive en vergüenza?

1- Reconoce y acepta tu culpa como el líder que eres o quieres ser.

No permitas que otros te digan cómo debes sentirte. Eres el capitán de tu propio barco emocional. ¡Toma el control! y enfrenta la culpa de manera constructiva. Al asumir la responsabilidad de tus acciones, demuestras tu madurez y disposición para aprender y crecer.

2- Mira con atención a tu culpa.

Cuando te enfrentes a la culpa, no la ignores ni la evadas. Explora las raíces de tus acciones para evitar que se repitan en el futuro. Puedes preguntarte: “¿Por qué actué de esa manera?” “¿Qué me impulsó a dejar de lado mis valores?”

Al contestarlas, estarás explorando las raíces de tus acciones, lo cual es crucial para evitar que se repitan en el futuro.

3- Expresa un deseo ambicioso de crecimiento personal.

Comprométete a aprender de tus errores y conviértete en un líder más fuerte y consciente. La culpa es solo una llamada de atención para superarte. ¡Aprovecha la oportunidad de ser un mejor líder!

Al hacerlo, te estarás empoderando para superar tus limitaciones y alcanzar tu máximo potencial. Recuerda, la culpa es solo el primer paso en el camino hacia la mejora continua.

4- Actúa y ayuda a aquellos que también se sienten incómodos con cómo han actuado.

Sé ese líder que brinda apoyo, comprensión y guía a los demás para que puedan liberarse de la creencia de insuficiencia.

Como líder, tienes la capacidad de influir y marcar la diferencia en la vida de las personas que te rodean. Cuando observes a otros que también se sienten incómodos con sus acciones pasadas, no te quedes pasivo, actúa de manera proactiva y ofrece tu apoyo incondicional. Comprende que todos pasamos por momentos difíciles, cometemos errores y experimentamos la culpa en algún momento. Al actuar y ayudar a los demás de esta manera, no solo estarás generando un impacto positivo en sus vidas, sino que también estarás construyendo un entorno de confianza y crecimiento en tu equipo.

Ser ese líder compasivo y guía para los demás es una muestra de tu fortaleza y capacidad de liderazgo. Inspira a otros a liberarse de la carga de la culpa y a no llegar nunca a sentirse avergonzados, enséñales a abrazar el potencial transformador que se encuentra en el aprendizaje y la superación personal. La gestión de estas emociones, de la culpa y la vergüenza, es la puerta hacia tu grandeza como el gran líder que llevas en tu interior.

ART_15_Vulnerabilidad

La vulnerabilidad vista como tu mejor fortaleza

Es importante demostrar tu vulnerabilidad, y aprovecharla como una de tus mayores fortalezas. A la vulnerabilidad se le relaciona fácilmente con algo negativo y que denota debilidad, pero te darás cuenta de que aceptarla y, de alguna manera, mostrarte vulnerable ante los demás puede ser una de tus mayores fortalezas como líder.

Muchas veces, el miedo a exponer tus debilidades o simplemente mostrarte vulnerable ante los demás, es más común de lo que te imaginas. Desde pequeño, tus padres te decían que no lloraras ante algo que desconocías, y te decían algo así como “sea machito, los niños no lloran”, lo cual provocaba que te asustaras más. Esto es un ejemplo de cómo estamos condicionados desde muy temprana edad.

Estas situaciones se repiten, una y otra vez: en la escuela, con los amigos, con tu familia, en el trabajo y, finalmente, en tu matrimonio. Vamos por la vida formándonos una coraza, que después es muy difícil de romper, ya que conforme crecemos y nos volvemos adultos, el acto de mostrar nuestras debilidades nos da vergüenza. Sin embargo, la ausencia de la vulnerabilidad promueve grandes disfunciones entre los equipos.

Si eres nuevo en un puesto de liderazgo, quizás pienses que tienes que mostrarte seguro todo el tiempo. Pero mostrar y expresar tus emociones es parte del liderazgo. Ser vulnerable crea un entorno de trabajo abierto y saludable, donde los empleados se sienten libres para compartir sus ideas y problemas. Como líder, puedes aprender cómo ser más vulnerable y todas las maneras en las que la vulnerabilidad puede beneficiar a tu equipo.

Sabemos lo importantes que es la colaboración, la confianza y la conexión en el lugar de trabajo. Como líder, debes promover esos valores, pero no es nada fácil, porque para crear ese tipo de cultura, debes ser honesto y mostrar tus emociones con tu equipo. Por ello, la vulnerabilidad es cuando te abres y expresas esas emociones. Cada vez que practicas ser vulnerable con los miembros del equipo, generas confianza y relaciones más sólidas.

¿Qué es la Vulnerabilidad en el ambiente de trabajo y, sobre todo, cómo se relaciona con el liderazgo?

La vulnerabilidad es simplemente la exposición emocional. En materia de liderazgo, la vulnerabilidad es cuando muestras tus emociones a tu equipo y compañeros de trabajo. No tienen que ser expresiones grandes y llamativas, como llorar o gritar de rabia. En su lugar, los líderes vulnerables son, más bien, observadores silenciosos que están muy en contacto con el pulso emocional del espacio en el que se encuentran. Por ejemplo, puedes mostrar vulnerabilidad al asignarle a un miembro de tu equipo, el cual está buscando más responsabilidad, una tarea de la que siempre te has encargado tu directamente.

Piensa que la vulnerabilidad te convierte en un mejor líder. El poder de esta herramienta es que forja una conexión más genuina con tu equipo. Cuando te muestras como eres, permites que los demás lo hagan también.

Estos son algunos de los beneficios de mostrarte como un líder vulnerable:

Aumento de la confianza. Al ser abierto, permites que tu equipo te conozca de una manera más auténtica. Cuando eres auténtico con los demás, es mucho más fácil para ellos ser honestos contigo, y eso genera confianza.

Mayor compromiso de los empleados. Es más probable que los empleados que confían en ti se comprometan más con su trabajo. Cuando tu equipo sabe que cuentan con un gerente confiable y comprometido, es más probable que ellos también muestren confianza y responsabilidad.

Equipos más productivos. Cuando los integrantes del equipo son capaces de ser honestos entre sí sobre cualquier conflicto, pueden reducir rápidamente los posibles inconvenientes. Como resultado, pueden resolver el problema y realizar el trabajo más rápido.

Seguridad psicológica. Los grandes líderes crean un espacio emocional seguro para que sus empleados puedan compartir y ser vistos.

Miembros del equipo más valientes. La vulnerabilidad da miedo. Al practicarla con tu equipo, estás creando un entorno con miembros del equipo más valientes, más dispuestos a asumir riesgos y a ser más creativos.

Mayor inteligencia emocional. La vulnerabilidad te vuelve más empático y compasivo, y eso desarrolla tu inteligencia emocional.

Al igual que con cualquier otra habilidad o destreza, puedes mejorar tu capacidad de ser vulnerable con la práctica. Hay cosas muy simples que puedes hacer para desarrollar ese músculo de la vulnerabilidad para llevar tu liderazgo a otro nivel:

Establecer límites. Al contrario de lo que parece, hay que establecer límites para que la vulnerabilidad funcione. Como la misma Brené Brown nos dice, “la vulnerabilidad sin límites no es vulnerabilidad”. En última instancia, la vulnerabilidad en el liderazgo obliga a situarnos en el contexto adecuado: el trabajo. Por lo tanto, hay que mantenernos como profesionales. Por ejemplo, quizás esté ocurriendo algo en tu vida personal que esté afectando tu liderazgo. Sabes que has estado un poco bajo de energía últimamente, y crees que compartirlo con tu equipo les ayudará a tener más contexto sobre tu vida. Además, no quieres que piensen que tu distracción tiene algo que ver con su trabajo. Y está bien compartir una versión de este problema con tu equipo, pero no es apropiado compartirlo repetidamente, quejarse ni utilizarlo para excusar un mal comportamiento, como llamarle la atención o gritarle a un miembro del equipo.

Ten mayor escucha activa. Ser vulnerable no significa compartir siempre. La vulnerabilidad también significa que sabes cuándo dar un paso atrás, escuchar y soltar algo de control. Esto puede ser particularmente difícil para los líderes de los que siempre se espera un trabajo de alto rendimiento. La escucha activa te ayuda no sólo a escuchar a la otra parte, sino a realmente asimilar lo que está diciendo. Puede ser un acto de vulnerabilidad dar un paso atrás en una conversación, especialmente si estás acostumbrado a ser quien siempre tiene algo que decir como líder. Pero el beneficio es que puedes aprender más sobre tu equipo, su trabajo y ser un mejor apoyo para ambos.

Aprende a pedir ayuda. Por lo general, los líderes sienten que deben poder encargarse de todo lo que se les presente en el camino. Pero sigues siendo un ser humano, y parte de ser vulnerable es mostrar que a veces necesitas ayuda. Pedir lo que necesitas no es un signo de debilidad, sino una señal de que comprendes tu carga de trabajo y a tu equipo. Te ayuda a avanzar con tus proyectos, a reducir los retrasos (debido a que no estás recibiendo el apoyo que necesitas) y a evitar el resentimiento que puede provocar la sobrecarga de trabajo. Además, cada vez que acudes a un colega o miembro del equipo para pedirle su apoyo, le das la posibilidad de dar un paso adelante y tomar el control del trabajo.

Simplemente practica la vulnerabilidad. Existe una delgada línea entre compartir demasiado y ser vulnerable. Lo difícil es que compartir en exceso puede tener un efecto adverso, y hacer que los demás se sientan incómodos o se cierren. Para hacerlo bien, practica la vulnerabilidad en un espacio seguro. Por ejemplo, puedes formar un grupo de amigos o colegas en el que practiques expresar la vulnerabilidad. También puedes trabajar en la vulnerabilidad con un coach de negocios o un profesional de la salud mental si eso te hace sentir más cómodo.

Conócete mejor a ti mismo. Ser vulnerable significa mostrar más aspectos privados de ti mismo, pero eso no quiere decir que tengas que compartir todo. Conocer la raíz de lo que te molesta enfocará tus interacciones en lo que realmente está sucediendo, y eso te permitirá tener conversaciones más productivas. Para ser más vulnerable, debes contar con el autoconocimiento para saber cómo te sientes y con qué te sientes cómodo compartiendo. Por ejemplo, si tu colega comparte una idea que se les ocurrió a los dos, pero no te da crédito, quizás tengas una reacción emocional. Pero en lugar de compartir esa reacción emocional (“¡no puedo creer que no me mencionaras!”), es mejor conversar al respecto con autoconocimiento. En otras palabras, ¿qué es lo que realmente te molesta de esta experiencia? Compartir la verdadera razón detrás del porqué es importante para ti que te mencionen cuando colaboras, probablemente se convertirá en una conversación más productiva.

Sé más empático. La empatía se considera una habilidad de liderazgo cada vez más importante. Una cosa es saber qué están experimentando los demás, y otra es comprenderlos y compartir esa experiencia con ellos. Eso es empatía, y te permite conectarte con el equipo de una forma más personal. Si tu subordinado directo se ha retrasado en su carga de trabajo habitual, es normal que se frustre o sienta que está haciendo algo mal. Una respuesta empática sería preguntarle por qué se retrasó, y si hay alguna manera en la que puedas ayudarlo. Quizás algo está ocurriendo en su vida personal, o tal vez la carga de trabajo fue demasiado y no supo cómo decírtelo. Al abrir esta conversación con empatía, lo animarás a que comparta la verdad sobre lo que está ocurriendo, y será mucho más sencillo encontrar una solución.

En cuanto a mi experiencia durante mi recorrido como líder en relación a la vulnerabilidad te comparto lo siguiente. Esto con la única intención de permitir que te veas en un espejo, si es que estas pasando por una situación similar, para que cometas otros errores y no los mismos que otros hemos cometido.

Me costaba reconocer mis temores y áreas de oportunidad, y ¡ni se diga compartir mis emociones! Para mí, escuchar “vulnerabilidad” era equivalente a escuchar “debilidad”, por lo que podrás imaginar qué tan confundidas tenía mis prioridades. Desde pequeño fui arrojado y osado, lo cual me permitió sobresalir ante diferentes situaciones complicadas en la escuela y posteriormente en mi juventud y en mi vida profesional, ya que siempre me posicioné como alguien capaz de entregar resultados, de hacer que las cosas funcionen sin importar las consecuencias. Y es precisamente en este último punto, las consecuencias, donde quiero asentar la reflexión que quiero compartir contigo.

El hambre de triunfo, de reconocimiento y de éxito te puede cegar muy fácil y, por ende, confundirte en el camino. Cuando operamos bajo esta dinámica es muy sencillo generar un ambiente de trabajo toxico para el equipo, y se pone peor cuando nuestra conducta es recompensada por los jefes con gratificaciones o promociones por alcanzar resultados sobresalientes, aun cuando los comportamientos no sean siempre los más apropiados para hacer crecer al equipo.

Cómo líder, he tenido muchos aciertos, pero también hice pasar muy malos momentos a mis equipos, debido a no saber escuchar de forma genuina, o a no saber pedir ayuda ante situaciones que rebasaban mis capacidades desarrolladas, o a sentir amenazada mi posición por verme expuesto y no estar a la altura de las circunstancias.

Recordemos que el objetivo primordial que tenemos como líderes es crear y asegurar un ambiente psicológicamente seguro para que todos puedan prosperar, observando las fallas y errores como parte del mismo viaje del éxito. Cuando como lideres fallamos en generar este clima laboral, le fallamos al equipo, a la empresa y a nosotros mismos.

Son muchas las razones por las que la mente y nuestras creencias limitantes nos llevan a segarnos, lo cual nos impide reconocer cuando fallamos y, sobre todo, cuando fallamos en grande; sin embargo, cuando somos capaces de darnos cuenta, nos mostramos vulnerables y ofrecemos una disculpa genuina, crecemos como lideres y avanzamos, junto con nuestros equipos, a otra dimensión. Por ello, la vulnerabilidad es una habilidad que se puede aprender y desarrollar. Tener la valentía de ser vulnerable te hará siempre un mejor líder. La vulnerabilidad en el liderazgo no se trata simplemente de desahogarte, sino que es la mejor manera de conectarte con tu equipo, y de animarlos a que se comprometan, apoyándolos hasta el final.

ART_14_Meditación

La meditación como una herramienta poderosa

Mediante la espiritualidad podemos serenar la mente para estar mejor conectados con el presente y desarrollar una mejor capacidad de toma de decisiones ante desafíos y situaciones complejas. Esto muchas veces se logra a través de una herramienta fundamental que, si la desarrollas genuinamente, se convertirá en tu mejor aliado para elevar tus capacidades como líder: la meditación. Meditar es el camino que puedes elegir para disminuir presión, estrés y las preocupaciones que seguramente te abordan a diario. Cuando meditamos, nos proporcionamos un espacio para restaurar nuestra naturaleza interior.

Joe Dispenza, uno de los más grandes autores y conferencistas en el campo de las neurociencias, afirma que a través de la meditación tenemos el poder de cambiar nuestra mente. En sus seminarios, donde miles de personas participan cada año, se han llevado a cabo muchos estudios (en colaboración con centros de investigación de renombre en Estados Unidos), en donde se comparan escáneres cerebrales de personas entre el inicio y el final de sus seminarios, obteniendo conclusiones interesantes. Los resultados indican que meditar reduce los niveles de ansiedad y depresión, activa las zonas del cerebro asociadas a los sentimientos como empatía y compasión, y disminuye el volumen de la amígdala, región del cerebro involucrada en el proceso del miedo, la cual se activa cuando nos sentimos amenazados.

El abanico de beneficios de la meditación es muy amplio y su práctica puede ayudarte a descansar y relajar tu mente. Además, mejora la memoria, tu estabilidad emocional, tu capacidad de concentración y contribuye a lograr un mejor estado de ánimo. Entonces, debemos preguntarnos: ¿la meditación debería ser una práctica más de nuestra rutina diaria en pro de una mayor calidad de vida? Igual que hacemos con la incorporación de una dieta saludable o del ejercicio, sin lugar a dudas, todos nos podemos beneficiar de la práctica de la meditación de una manera más formal.

Serenar la mente es una práctica que tiene más de 2500 años, pero siempre estuvo relacionada con el budismo y otras culturas no occidentales que hasta hace poco eran estigmatizadas. Hace ya algunas décadas, occidente empezó a validarlas a través de estudios científicos. Ahora, la meditación es ampliamente aceptada también en esta parte del mundo.

Hoy en día nos quejamos más que nunca de no tener suficiente tiempo para realizar lo que planeamos cuando, en realidad, es ahora cuando tenemos mayor expectativa de vida que las generaciones pasadas. Piensa que, no hace mucho, una persona de 50 años era un anciano. Sin embargo, en la actualidad, es común que se alcancen los 80 e incluso los 90 años de edad. Entonces, no tenemos un problema de tiempo, sino un problema de prioridades y de atención.

En relación al éxito, hay que aceptar que es mentira cuando decimos que no nos importa lo que piensen o digan los demás, ya que a todos nos importa de alguna manera. Lo que sí está mal es que esa influencia determine nuestras decisiones y acciones. Esto se puede evitar con una fuerte autoestima. De igual manera, debemos dejar de pensar tanto en el pasado que nos deprime o en el futuro que nos angustia: no tiene caso ir para atrás ni para adelante si son tiempos inexistentes, hay que enfocarnos tan solo en el hoy, en el presente, y poner toda nuestra atención en el momento preciso de vida.

Ahora bien, ¿cómo puedes empezar con la meditación si nunca lo has hecho? Meditar es algo muy sencillo, en realidad; solo tienes que hacer hincapié en la constancia para que poco a poco se haga un hábito y con ello consigas poco a poco tus metas. Entonces, para acelerar tu introducción a esta práctica, puedes leer libros, ver videos y documentales o directamente participar en algún centro de meditación, ya que, te lo aseguro: cerca de ti habrá más de uno. También puedes acudir a cursos como los impartidos en todo el mundo por la organización Isha, los cuales están basados en los conocimientos de Sadhguru. Busca uno que se adapte a tu ritmo y a tus necesidades para que te comprometas a seguirlo. También puedes acercarte a un amigo que lleve inmerso en esta práctica algún tiempo.

Ten presente que se requerirá algo de paciencia: no percibirás los beneficios de inmediato. La prisa y la meditación simplemente van en direcciones contrarias, si deseas una verdadera transformación profunda, debes darte tu tiempo y, sobre todo, continuidad más allá de tu estado de ánimo, dado que es indiferente si prácticas la meditación de buen o mal humo; lo que importa es practicar, practicar y practicar.

Existen muchas técnicas de meditación y te comparto ahora algunas de ellas sólo con el fin de despertar tu inquietud para que luego explores con mayor interés cuál de ellas se pudiera acoplar mejor a ti:

Empecemos con la meditación Vipassana. Este tipo de meditación enfatiza la consciencia en la respiración, haciendo que el aire salga y entre por la nariz. Cada vez que se crucen pensamientos o emociones, identifícalos y déjalos pasar sin emitir un juicio. Esta técnica de concentración se basa en la introspección. Debes intentar ser consciente de todo lo que ocurre en tu interior para luego poder controlarlo.

La meditación Kundalini. La energía Kundalini se encuentra en la base de la columna vertebral. Esta técnica nos sirve para despertar esa energía, moverla a través del cuerpo y liberarla. Su propósito es crear un sistema de comunicación entre tu mente y tu cuerpo para aliviar los problemas y conflictos mentales, físicos y espirituales para adquirir una mayor consciencia en tu vida diaria. Incluye técnicas de respiración y mantras, tales como el Om, que se considera el sonido del universo y el que contiene el resto de los sonidos y mudras (gestos con las manos).

La Meditación Transcendental. Esta práctica es sencilla y se basa en la repetición de un mismo mantra. Sentado en posición cómoda, se inspira lento y profundo por la nariz, se mantiene el aire unos segundos en los pulmones y se exhala tranquilamente por la nariz o por la boca. Aporta calma, buena energía, y relajación.

Mas allá de la técnica que adoptes, es importante que durante la meditación te sientas cómodo y lo suficientemente motivado para practicar cada día. Con el tiempo, los resultados vendrán solos, únicamente sé constante: intenta cada día por 10 o 20 minutos y luego lograrás alargar estos espacios de paz interior. Meditar te ayudará a desarrollar paciencia y concentración para tu rutina diaria como un líder bien integrado y consciente. Además, aprenderás a disfrutar la quietud como parte de tu ser; podrás sentirte más relajado y sin caer tan fácilmente en pensamientos negativos o repetitivos.

Ahora bien, seguramente has escuchado el término mindfulness y te preguntarás si esto es una técnica de meditación. El Mindfulness es un tipo de meditación, la cual se ha incorporado fuertemente durante los últimos 30 años a la medicina y psicología de Occidente. El término mindfulness resulta más apropiado para muchas personas, porque evita prejuicios sobre la meditación tradicional, ya que esta se relaciona de forma equivocada con algunas religiones o doctrinas filosóficas. Al llamarle mindfulness, es más fácil que se le vea como un método para mejorar la concentración.

La palabra «mindfulness» se refiere a la capacidad humana básica de mantenerse conectado al presente y de permanecer presente. Al traerte al presente, abre la puerta hacia nuevas posibilidades y te invita a vivir una vida plena. Es una forma de tomar consciencia de tu realidad, dándote la oportunidad de trabajar con estrés, dolor, enfermedad, pérdida y con los desafíos de tu vida diaria.

Un ejemplo sencillo que puede ilustrar mejor esta práctica es lo siguiente: imagina devorando una barra de chocolate. ¿No sería mejor que tomaras sólo una pequeña porción de la tableta para que la consumas utilizando los cinco sentidos? Es decir, prestando atención al presente y deseando comer ese trozo de chocolate. Entonces tomas la barra delicadamente, la miras, la hueles, la saboreas y masticas únicamente un pedazo de ella hasta que se disuelva en tu boca. Esto sería conectarte de forma plena y con todos tus sentidos al presente, disfrutando de algo simple y que te encanta.

El mindfulness es hacernos conscientes de «algo» en particular que está sucediendo en el preciso momento, mientras que las técnicas de meditación tradicionales se enfocan en la atención de la consciencia, en la «nada».  La meditación es una forma de desarrollar tus «músculos metafísicos» como la benevolencia, la objetividad, la serenidad, la autoconsciencia, la disciplina y la felicidad.

Piensa que tu cerebro se compone de miles de millones de neuronas que utilizan electricidad para comunicarse entre sí. Al relajar el ritmo de actividad mental de tu cerebro, a través de la meditación, te pones en un estado de serenidad que te permita analizar mejor las situaciones complejas, identificando nuevas perspectivas para no reaccionar de forma impulsiva. Por último, te invito a que no esperes un evento que detone estrés en tu vida para realizar esta nueva programación; por lo contrario, dedícate a construir poco a poco esta relación con tu subconsciente a través de la meditación o del mindfulness, para estar mejor preparado ante desafíos y eventualidades en tu recorrido como líder.

ART_13_LiderazgoEspiritualidadServicio_

Liderazgo, espiritualidad y servicio

La espiritualidad es energía; su propósito primordial es despertar conciencias y tocar almas. Es muy importante aclarar que «espiritualidad» no es lo mismo que «religión», son dos ideas totalmente contrarias. Es por ello que considero importante tocar este tema, cuyos conceptos están relacionados con lo más íntimo del ser. Desde mi perspectiva, la religión, cualquiera que ésta sea, puede definirse como la creencia en Dios o dioses para ser adorados, por lo general, a través de rituales, cultos y adoraciones. La espiritualidad, en cambio, es la vida interior.

Las expresiones y prácticas de la espiritualidad son muy personales. Es la manera en que cada uno logra entender el mundo y el universo desde su interior, independientemente de ser religioso o no. En pocas palabras, la religión es un conjunto de creencias para relacionarnos con Dios. Por otra parte, la espiritualidad nos permite tener atención a nuestra voz interior, invitándonos a razonar y a cuestionarnos todo.

A lo largo del tiempo, «espiritualidad» y «religión» se han utilizado con mucha facilidad como sinónimos o términos intercambiables, cuando en realidad cada uno obedece a necesidades distintas. De acuerdo con la Real Academia Española, la religiosidad involucra la veneración y la práctica de rituales a través de la oración. Por el contrario, la espiritualidad tiene que ver más con la fuente de energía que alimenta nuestras emociones, relaciones interpersonales, el trabajo y todo lo significativo. Es algo muy personal y menos colectivo, que depende de la acción del espíritu de cada persona.

Quienes llevamos a cabo la tarea de ser líderes, nos corresponde acompañar el florecimiento del personal a nuestro cargo, incentivándolos a potenciar su grandeza y a dar lo mejor de sí́. Por lo mismo, un líder bien integrado no es solo un buen gerente de personal, también entiende que su función es parecida a la del pastor que guía y cuida de su rebaño. Entonces, el liderazgo, en el contexto espiritual, es un verdadero acto de amor y de servicio y, como nadie puede entregar a otros lo que no tiene, el proceso debe iniciar siempre con uno mismo: amándose y atendiéndose con compasión.  

Si el líder se encuentra bien centrado como un eje, es capaz de potenciar su capacidad como agente transformador de energía. Cuando el equipo debe abordar desafíos, un líder integrado es capaz de conectarse con su espiritualidad y flotar sobre esas situaciones, manteniendo la calma y transmitiendo serenidad a los miembros del equipo. Es verdad que la situación no cambiará automáticamente, pero el estado de serenidad generará siempre un ambiente propicio y fértil para explorar de forma más efectiva diversas alternativas, lo que permitirá una mejor toma de decisiones: más asertiva y que haga triunfar al equipo de cualquier desafío. Un líder centrado, bien integrado y consciente, tiene la capacidad de observar cualquier desafío o situación adversa como una oportunidad de aprendizaje y de crecimiento, lo que siempre podrá́ ser bien capitalizado para unir al equipo y fortalecerlo para posteriores retos.

Así pues, la espiritualidad busca manifestarse de diferentes formas; por ejemplo, cuando se actúa éticamente sin comprometer nuestros valores y principios o cuando se ayuda a otros de forma genuina a prosperar ante situaciones adversas. Para desarrollar una mayor capacidad en cualquier campo, siempre se requiere de herramientas efectivas que pueden lograrse mediante la espiritualidad. Por ejemplo, existen prácticas milenarias comprobadas para activar su potencial; la meditación tal vez es la práctica más común para desarrollar el potencial espiritual, independientemente de la religiosidad del individuo. Para estar bien, sólo hay que serenar la mente y para lograrlo hay que enfocar la atención. En occidente, siempre hemos estado condicionados a obtenerlo como una forma de alcanzar el éxito, además de que lo vemos como un reconocimiento ante nuestra sociedad. Esto es una equivocación ya que todo nace del ser y no del hacer. Earl Nightingale, popular autor y locutor de radio en la década de los 50, nos obsequió la mejor definición que podemos adoptar sobre el éxito: “El éxito es la realización progresiva de cualquier ideal digno, y sólo se requiere de un firme propósito y fe”.

Ahora bien, Robert Greenleaf, un estudioso del liderazgo desde los años 70, destaca, precisamente, la importancia de que los líderes deben ser más conscientes de las preocupaciones de sus colaboradores, sintiendo empatía hacia ellos para que colaboren en el desarrollo de todo su potencial. Asimismo, los líderes ponen las necesidades de los miembros del equipo por delante de las propias. Esto es un verdadero acto de servicio.

De acuerdo a esta filosofía existen al menos 10 características para el desarrollo de un buen liderazgo de servicio, alguna de las cuales estoy seguro ya estás cultivando y practicando en tu día a día, pero de no ser así, te invito a que lo hagas:

  1.  Escucha activa. Hazlo sin emitir juicio, dejando a un lado tus puntos de vista y demuestra paciencia al centrar la atención en los demás.
  2.  Empatía. Colocándote en los zapatos del otro para relacionarte con sus pensamientos y experiencias.
  3. Preocupación por el bienestar de tu equipo. Hacer todo lo posible para garantizar que tus colaboradores estén seguros, felices, saludables y satisfechos con su trabajo. No sólo se trata de adoptar un paquete de medidas, sino de que tengas una metodología holística e integral, en la que ese miembro de tu equipo sea el genuino centro de la estrategia.
  4.  Consciencia del entorno y del impacto que como líder llevas contigo. El estilo de liderazgo que empleas en la organización influye directamente en el clima organizacional, ya que es donde tu equipo forma las percepciones de orgullo, pertenencia y reconocimiento.
  5. Tu capacidad de persuasión para convencer en lugar de utilizar la fuerza. Se trata de motivar a los demás a que sigan la estrategia que se ha planteado y unan esfuerzos para hacerla real, consiguiendo alianzas a través de la confianza que depositan los colaboradores en el proyecto. La importancia de la persuasión en el liderazgo es la base para conseguir apoyo a nuestras opiniones y lograr que otros sumen.
  6. Tu habilidad de conceptualización para tener una visión clara del futuro. Esa imagen del lugar a donde quieres llegar con tu equipo en un futuro definido. La conceptualización de la visión te permite plantear un futuro deseable lo suficientemente claro y motivador para otros como para trabajar bajo un mismo propósito.
  7. Tu capacidad de predecir el futuro en función del presente y del pasado. Ni el pasado ni el presente son un mal punto de partida. Es posible que no proporcionen respuestas claras, pero pueden ubicar la situación actual en un contexto más amplio, permitiendo anticipar el impacto de los posibles cambios.
  8. Tu aceptación de la responsabilidad que implica dirigir una organización. Como líder, sé es responsable de la rendición de cuentas y del buen funcionamiento del equipo, lo que repercute tanto en los empleados como en el contexto externo. La responsabilidad no debe ser simplemente técnica, sino primordialmente humana.
  9. Compromiso con el desarrollo de los profesionales. Es crucial mantener a tu gente informada sobre las oportunidades de crecimiento y ascensos. Establecer objetivos y medir resultados es importante, pero lo es aún más animar a tu equipo a que se mantenga activo para desarrollar nuevas habilidades y destrezas que permitan la superación profesional.
  10. Habilidad para promover un sentimiento de comunidad respetando la individualidad. En una sociedad perfecta, la relación individuo-comunidad debiera ser equilibrada. Como líder, es fundamental buscar ese difícil equilibrio en tu equipo, las tendencias individuales que llevan a una sana competencia interna y la empatía social que, a su vez, lleva a cada colaborador a ser reconocido como miembro de un grupo.

De acuerdo con lo anterior, el liderazgo de servicio debe comenzar con la idea de que lo más importante para nosotros es servir y que, para conseguirlo, necesitamos liderar. Para comprobar si lo estas logrando, sólo debes preguntarte si tu equipo está creciendo en sus capacidades:  si es más libre, autónomo, más feliz y, sobre todo, si sienten la necesidad de servir también a los demás.

ART_12_SuperPoderesLider

Los superpoderes de un líder

Los grandes líderes no nacen, se forman a lo largo del tiempo y con la experiencia.

Antes de a revisar algunos de los superpoderes de un líder, puedes tomar en cuenta cuestiones básicas para guiar y motivar a tu equipo. Algunas de ellas son:

  1. Comunícate lo más eficiente posible, hablando menos y escuchando más.

Siempre deja claro cuáles son tus expectativas y sentimientos. Te darás cuenta de que en muchas ocasiones es mejor no decir nada que decir cualquier cosa simplemente por cumplir. Aprende a guardar silencio de tal manera que las otras personas tengan espacio para hablar. Escucha sobre todo las críticas y malos comentarios, estos deben convertirse en una fuente de crecimiento personal.

  • Sé un ejemplo y sé congruente.


Conviértete en la persona que quieres que sean tus miembros del equipo. No hay mejor ejemplo que tus propios actos. Un líder desarrolla líderes, por lo cual, debes mostrar congruencia en lo que dices, piensas y haces. De lo contrario, las personas no podrán confiar en ti.

  • Toma decisiones firmes y después no intervengas al menos que sea necesario.


No dejes que una decisión se prolongue por mucho tiempo, y una vez la tomes, no divagues respecto a tu decisión. Tomada la decisión, confía en que tu equipo hará un buen trabajo, no interfieras en sus asuntos y procesos a menos que lo consideres necesario. Es importante que ellos tengan la libertad para tomar decisiones, y en caso de cometer algún error, que lo corrijan sin tu presencia.

  • Identifica tus fortalezas y tus debilidades.


Para aprender cómo ser un buen líder deberás contribuir a tu equipo tus fortalezas, ya que ellas son las que te llevarán lejos en tu carrera. De la misma forma, debes aprender a delegar aquellas actividades donde eres menos fuerte.

  • Para ser buen líder, primero sé humilde y buena persona, manteniéndote en contacto con tus emociones.


Aprender cómo ser un buen líder no es más que una extensión de la buena persona que eres. Comprométete a ser una persona íntegra, con valores y principios. No seas un robot que aparenta no sentir nada y permite a tus emociones salir. La inteligencia emocional se trata de entender tus emociones, no evitarlas. Un líder humilde se ve a sí mismo como un servidor y como un estudiante, más que como un maestro. No olvides mostrar gran apertura con tu equipo y, por tanto, respeto hacia los demás.

Estos cinco puntos te apalancarán en una base sólida que te permitirá impulsar tu desarrollo rumbo a la mejor versión del líder que llevas en tu interior.

Ahora bien, ¿cuáles son los superpoderes de un líder? Así como los superhéroes poseen superpoderes, un líder bien integrado puede desarrollar ciertas habilidades. Revisemos algunos de los superpoderes en materia de liderazgo que considero efectivos para activar el potencial humano de los miembros de tu equipo u organización:

  1. El superpoder de la persuasión. La habilidad de atraer a otros hacia tu punto de vista e inspirarlos a la acción.
  • El superpoder del positivismo. Permanecer positivo en los momentos difíciles aun cuando los demás a tu alrededor han tirado la toalla, debes elevar tus capacidades y reconocimiento de liderazgo. El positivismo otorga propósito y esperanza a los demás cuando más lo necesitan, permitiendo llevar a tu equipo a su máximo nivel de realización y cumplimiento.
  • El superpoder de la observación. Por lo general, las personas se encuentran muy ocupadas para siquiera notar sus alrededores y circunstancias. En ocasiones el poder de un líder viene del simple hecho de hacer una pausa y desacelerar el frenético ritmo del día a día para observar y evaluar la situación favoreciendo una mejor toma de decisiones.
  • El superpoder de la tenacidad. Si sólo pudieras contar con un superpoder de líder, puedes estar seguro de que éste lo es. Continuamente, la tenacidad es el factor que determina las oportunidades para el éxito. Cuando todo a tu alrededor se está́ desmoronando y como líder respondes con determinación, coraje, persistencia y temple… a eso se le llama carácter, contar con él es la mayor forma de expresión de poder.

Estas son las herramientas que necesitas para cubrir tus responsabilidades como líder; mientras más consciente estés de ellas, más oportunidades tendrás de usarlas a tu favor.

Ahora bien, no debemos dejar de lado algunos perfiles de superhéroes que sumarán siempre a tu equipo. Cada empresa exitosa tiene un equipo de superhéroes secretos que hacen que las cosas sucedan e inspiran a otros colegas. Muchos de estos campeones cotidianos se esconden a simple vista y sus superpoderes son las habilidades y talentos que tu equipo y organización necesitan para pasar de un estado normal a uno extraordinario y ¡más rápido que la velocidad de una bala![DR1]  Por lo tanto, si esperas destruir al Hulk de la competencia y llevar a tu equipo y, por ende, a tu empresa a nuevas alturas, asegúrate de contar con estos siete perfiles de superhéroes en tu equipo:

1. Alguien intrépido como Black Panther. Su principal superpoder es detectar ineficiencias y conceptualizar soluciones. Este superhéroe es el comandante pragmático y habilitador de los equipos. Él o ella, se le reconoce por su capacidad para inspirar, siendo directo, honesto e impulsado por el consenso. Un superhéroe que acepta los desafíos sin rodeos y trabaja para superar cualquier complicación que se le presente. Incluso, cuando enfrenta enemigos, se enfoca en trabajar hacia metas que ayuden a un bien mayor. Sin duda necesitas un Black Panther en tu equipo.

2. Un visionario como Tony Stark (Iron Man). Si bien todos en tu empresa trabajan de forma inteligente en los desafíos del día a día, necesitas a alguien que esté pensando en el futuro y que esté soñando en grande. Tener a alguien como parte del equipo que se enfoque en ver nuevas posibilidades y crear el próximo gran objetivo es absolutamente esencial para el éxito de tu organización. Este superhéroe es alguien que respira innovación, creatividad e ingenio. Sus talentos son clave para mantenerse por delante de los competidores. Además, esta persona te ayudará a desarrollar la misión y el objetivo único de tu empresa.

3. Un idealista intuitivo como Spiderman. Necesitas a este superhéroe en tus filas porque esta persona tiene una pasión por hacer del mundo un lugar mejor y traerá un sentido de propósito moral al equipo. Son excelentes comunicadores, profundamente creativos y siempre están guiados por principios y un fuerte sentido de servicio. Este superhéroe puede ser excelente en marketing porque tiene la increíble capacidad de ponerse a sí mismo en el lugar del cliente. Un Spiderman puede ser un gran mediador para crear situaciones de ganar-ganar

4. Un guerrero como la Mujer Maravilla. Este superhéroe desempeña el papel de una poderosa guerrera enérgica. Son perfectos para tomar grandes planes complejos y ponerlos en acción y, también, son excelentes jugadores de equipo y muy efectivos para dirigir reuniones, porque tienden a mantenerse concentrados y no se desvían de la tarea. Estos superhéroes se adaptan y siempre se mueven rápidamente para lograr los objetivos. Los que se atreven a hacer las cosas, son como la Mujer Maravilla que no tiene miedo de tomar el control de cualquier situación. Están orientados a los resultados y son excelentes para elaborar planes de acción a corto plazo. 

5. Alguien disciplinado como Thor. El poder principal de este superhéroe, que se apoya siempre en su enorme mazo, es la disciplina y la objetividad que ayudarán a tu equipo a poner en práctica sus planes. Son prácticos, realistas y confiables. Este superhéroe te dará siempre una opinión honesta, sin restricciones. Como Thor, este miembro de tu equipo no tiene problemas para bajar el mazo cuando es necesario, permaneciendo tranquilo y sumamente seguro ante cualquier presión con fuertes valores morales y un gran sentido del deber.

6. Un defensor como Batman. Este superhéroe de oficina es una persona reservada, de mentalidad independiente, compasiva e idealista, pero además lógica, ya que busca constantemente patrones y explicaciones. Un colega como Batman siempre estará detectando detalles que otras personas han pasado por alto, y logra entender y simpatizar con cualquier empleado. Este tipo de superhéroe puede ser un gran defensor, debido a que tiene una fuerte intuición y desea comprender a quienes les rodean a un nivel más profundo. 

7. El protector del Capitán América. Este superhéroe está motivado para ayudar a hacer del mundo un lugar mejor y cuidar de los demás. Son leales y desinteresados, obligados a servir. En una empresa, son cálidos, prácticos, organizados y buenos para escuchar a los demás, lo que los convierte en excelentes miembros del equipo. Su empatía, autenticidad y alta inteligencia emocional los hacen expertos en redes sociales y en conectarse con otros. Al igual que el Capitán América, este superhéroe de oficina siempre tendrá la espalda de su equipo.  Siempre recuerda que un líder es aquella persona que conduce a su equipo al logro de una meta: sabe poner en marcha al grupo y lograr influir sobre los demás. El liderazgo se caracteriza por una serie de cualidades que se adquieren y desarrollan con la práctica, y siempre se puede aprender y perfeccionar cómo ser un buen líder.