Lidera con el corazón, no con la mente

En este artículo hablaremos sobre un personaje principal y del cual depende el que seas tu mejor versión de líder; me refiero al corazón. Así es, a este hermoso y vital órgano que hace más que bombear sangre y donde se almacenan emociones como la felicidad, la tristeza, la compasión, entre muchas otras. También abordaremos el tema de la coherencia: ese estado de función óptimo que cuando eres capaz de activarlo, tu sistema fisiológico funciona de manera más eficiente, experimentando una mayor estabilidad emocional, esto te brinda claridad mental y una mejor función cognitiva como líder.

Es muy fácil confundir conceptos que, de alguna forma, pareciera que tienen relación, pero que cuando entramos a profundidad refieren a cosas muy diferentes, por ejemplo, la coherencia y la congruencia, ambos son muy importantes en el actuar de un líder, pero refieren a situaciones diferentes.

De forma simple, y relacionado con el proceder de un líder, la congruencia implica el actuar en consecuencia con lo que se piensa y se dice públicamente; es como cuando en inglés se dice ¡Walk-The-Talk! Un líder es congruente cuando hace lo que dice, y dice lo que hace.

La coherencia es un concepto más profundo y complicado, ya que refiere a la relación de una cosa con otra, dándole un sentido lógico a la situación; es decir, cuando un líder actúa o se comunica de forma “incoherente” es porque de alguna forma no logra relacionar las partes en su proceder y en su discurso, careciendo de la debida relación lógica; y lo que dice simplemente no hace sentido, como que suena absurdo y desatinado.

Ya abordaremos con más detalle todo sobre este concepto de la coherencia, pero por ahora te invito a que vayamos de lleno con el protagonista de nuestro artículo, ¡el corazón!

Y te preguntarás, “¿como líder no es mejor separar la razón del corazón?”, o la clásica pregunta con la que me abordan aquellos que ven estos temas como algo cursi: “¿Existe espacio para que se lleve el corazón a la oficina?” ¡como si fuera una muestra de debilidad el mostrarse con el corazón abierto!

¡Y la respuesta es un gran “sí” a todo esto! Y no es que hay que ser cursis y mandar emails con emojis de corazoncitos. El “sí” tiene mucho más que ver con la ciencia del corazón, con la inteligencia del corazón, con datos científicos sobre el tema, y no con un idealismo irrealista.

El corazón es mucho más que un músculo que bombea sangre, también es un órgano sensorial altamente desarrollado que tiene un sistema nervioso muy complejo en su interior, es un “cerebro” independiente, con aproximadamente 40000 neuronas que están bastante activas comunicándose con el cerebro –el de la cabeza– y el resto de tu cuerpo constantemente.

El 80 % de la comunicación va del corazón al cerebro y no viceversa; aquí recae la importancia del por qué debes liderar con el corazón y no con tu mente. Por ello, es importante entender que el estado en el que se encuentre tu corazón y tus emociones afecta el funcionamiento de tu cerebro en todos los sentidos, organizando todos los sistemas de tu cuerpo, tus pensamientos, tus decisiones, en fin, todo y todos…ya que impacta también a las personas que se encuentran a tu alrededor, sí ¡como a tu equipo!

El corazón es tu fuerza interior de sabiduría e intuición. Es el lugar donde emerge tu verdadero ser, tu esencia. Es el lugar donde viven las emociones más valiosas en tu vida; el amor, el cariño, el agradecimiento, la compasión, en fin, todas esas emociones que asociamos precisamente con la palabra “corazón”.

Cuando logras conectar con el corazón tienes una mayor intuición, un mayor juicio sobre las situaciones que surgen a tu alrededor; y esa es la habilidad que tienes para ver dentro de ti mismo, tu mundo y el de los otros; es ese lugar con el que conectas cuando logras realizar algo que pensabas imposible de lograr. Es ese rinconcito al que acudes cuando te sientes desamparado y requieres respuestas; en fin, es tu esencia de líder y donde habita tu héroe interior.

Piénsalo como si tuvieras dos corazones, uno que es ese órgano vital que bombea sangre a todo tu cuerpo, y otro que envía señales y da dirección al cerebro y al resto del cuerpo. Este último crea una comunicación neurológica a través de su propio sistema nervioso, el cual es muy complejo, y envía información al cerebro, luego el cerebro devuelve información al corazón, y el corazón envía de nuevo información al cerebro, y así este intercambio sucede todo el tiempo.

A principios de los 80s, las investigaciones realizadas reclasificaron al corazón también como parte del sistema hormonal, ya que es capaz de producir diferentes hormonas, una de ellas es el “péptido natriurético atrial”, y una de sus funciones es reducir el cortisol -que es la hormona del estrés-.

Tu corazón es un órgano eléctrico, tal cual, y es la fuente más poderosa de bioelectricidad del cuerpo; genera hasta 60 veces más electricidad que la segunda fuente más poderosa: tu cerebro. En pocas palabras, tu corazón es electromagnéticamente más potente que tu cerebro y esta energía impregna cada célula de tu cuerpo y es tan potente que se irradia más allá de la frontera de tu piel hacia el espacio.

Científicamente se ha medido y se ha demostrado que esta energía electromagnética nos rodea a 360º grados, y que llega a medir cerca de un metro fuera de nuestro cuerpo; este es tu campo electromagnético y te acompaña siempre, a donde sea que tú vayas.

Ahora bien, tu campo electromagnético cambia según tu estado emocional, y si sientes emociones negativas y limitantes como la ira, coraje, culpa, frustración, rencor…en fin, esas cosas que podemos sentir a menudo en lo personal, y en tu función de líder, se produce un espectro “incoherente” en ese campo electromagnético.

Cuando experimentas esas emociones negativas, el ritmo de tu corazón se vuelve errático, envía una señal de alarma al cerebro y tus habilidades de pensamiento se ajustan de acuerdo a esto. Mira, esa señal de alarma, como el miedo, tiene su lugar cuando hay un incendio, cuando hay un accidente que pone en riesgo tu vida, por ejemplo; necesitas que el cuerpo reaccione en automático mandando la sangre a tus piernas, generando el máximo de energía para huir y tener el enfoque mental para salir adelante en ese instante particular, ¡es un mecanismo de sobrevivencia!

Ahora, si lo que buscas como líder es abrir tu mente para idear una visión estratégica, buscando tácticas creativas con tu equipo, apalancando tu conocimiento y el pensamiento más elevado de todos para resolver alguna situación, ¡pues el miedo y esas señales de alarma no te van a servir de mucho!

La buena noticia es que cuando experimentas emociones positivas y renovadoras, como el amor, el aprecio, la bondad y la compasión, tu ritmo cardíaco cambia a un estado armonioso, al que el Instituto HeartMath (corazón y matemáticas en inglés) llama un estado “coherente”, y tu campo electromagnético emite esta energía a cada célula de tu cuerpo, y luego es transmitida hacia afuera en el espacio, impactando a todo aquello cerca de tu entorno.

A medida que el ritmo de tu corazón se acelera y desacelera, cuando experimentas emociones positivas y “renovadoras” se crean ondas armoniosas; curvas coherentes, que se pueden visualizar fácilmente bajo el equipo apropiado. De hecho, te invito a que visites el sitio del Instituto HeartMath Global Coherence, y juegues un poco con las herramientas de respiración y observes cómo se ajusta el ritmo de tu corazón.

Cuando experimentas esta “coherencia” del corazón, logras sincronizarlo con el cerebro, y en consecuencia guiar tus pensamientos de forma renovadora y positiva. Esto activa y potencia tu creatividad, aumenta tu cuota de intuición, y aporta más claridad para la toma de decisiones.

Ok, y seguramente te preguntarás ahora: “¿y cómo se logra la coherencia, cómo la trabajo?” Bueno, pues entras en estado de coherencia cuando las distintas partes de tu cuerpo están trabajando conjuntamente en armonía. Es un estado en que todos tus sistemas biológicos se están sincronizando con los ritmos de tu corazón. En otras palabras, la respiración, la digestión, la respuesta de tu sistema inmunológico, la liberación hormonal, etc., se alinean y se ponen a tono de tu ritmo cardiaco. Todo esto lo puedes aprender como una habilidad más a desarrollar como líder.

Hay algunas cosas que puedes llevar a cabo para desarrollar una mayor inteligencia del corazón y que te resulte en un mayor impacto con tus equipos de trabajo, por ejemplo:

1. Conecta con tu corazón. Cada pensamiento, cada emoción, revísalo bajo la óptica de tu corazón y verifica si está en armonía -en coherencia-. Busca trascender esos deseos personales del ego, y aprende a escuchar y a vivir según la intención de tu corazón.

2. Sé responsable de ti mismo. Observa tus propias reacciones disruptivas para que puedas verlas, porque cuando logras verlas, se van. Y asume la responsabilidad de lo que haces con tus emociones, ya sean agradables o desagradables, sin culpar a nadie por tus reacciones, y reconoce que el verdadero origen de esas reacciones emocionales está dentro de ti.

3. Aprende a querer con el corazón. Aprende de esas situaciones cotidianas que finalmente se convierten en un “gimnasio” del día a día y te sirven para fortalecer las fibras del corazón, a las que puedes llamar “virtudes”. Cada día y cada situación es una gran oportunidad para poner en práctica todo lo que aprendemos, y compartirlo como un acto de perpetuo servicio.

En mi experiencia, cuando los equipos de trabajo se reúnen y comparten sus avances, pero enfocados en los problemas que deben resolverse, las ideas no fluyen armónicamente y se da entrada a un ambiente defensivo, y algunos compañeros se cierran eligiendo quedarse callados en vez de aportar ideas.

En cambio, durante las reuniones donde todos comparten sus logros y construyen planes en torno a las fortalezas y avances sobresalientes, enfocados en lo que pudiera correr bien y no en lo que pudiera correr mal, los equipos son más efectivos y logran desarrollar una mayor inteligencia emocional.

Tú, como líder, siempre tienes grandes oportunidades para potenciar esos momentos de interacción de tu equipo, multiplicando geométricamente las virtudes de ese campo electromagnético positivo de tu gente.

Ahora te quiero compartir una técnica muy sencilla y efectiva para entrar en un estado de coherencia, la cual he ido incorporando en diferentes modalidades a través del tiempo. La puedes ir adoptando para conectar más con tu corazón y elevar tu cuota intuitiva en momentos de incerteza y preocupación, y así gestionar una mejor experiencia:

Por ejemplo, antes de entrar a una reunión donde sabes que se abordarán temas delicados y complicados, tómate unos minutos en silencio (unos cuatro es suficiente), cierra los ojos y pon las palmas de tus manos -una sobre la otra- en tu pecho y cerca del corazón y acarícialo, masajéalo por un ratito únicamente, ¡créeme, él lo sentirá!

Toma unas tres respiraciones profundas y exhala por la nariz, y poco a poco ve relajando tu respiración, y mientras lo haces saca de tu mente tus preocupaciones, sustituyéndolas por alguna imagen agradable, por algún hermoso recuerdo que tengas, sin importar cuál este sea, lo importante es que te logres conectar por unos instantes, digamos que por un minuto, con esa imagen, con ese recuerdo, y despiertes las emociones positivas y renovadoras de aquel momento como algo que estas viviendo de forma real-; toma ventaja de que tu mente no logra distinguir si es un recuerdo o si es algo real.

Disfruta ese instante, es tu momento, y mientras estás en ese estado de dulzura pregunta en silencio a tu corazón ¿qué debo de hacer con esa situación para volverla una experiencia enriquecedora y que sume al equipo? Y a partir de ahí, solo escucha y confía con todo tu ser lo que tu corazón tiene que decirte en respuesta a tu pregunta.

Poco a poco inicia a reconectar con el presente agradeciendo a tu gran consejero, tu corazón, y ve recuperando el ritmo normal de tu respiración abriendo delicadamente tus ojos.

Mantente en ese estado de armonía y ¡ahora ya estas más que preparado para guiar a tu equipo en esa reunión, y para disfrutar de la experiencia!

Para ir cerrando este artículo, mi propuesta es simplemente invitarte a que lo intentes y empieces a conocer más sobre la inteligencia de tu corazón y que lo adoptes como tu mejor consejero.

Cada equipo, cada organización se forma por personas, y cada persona contribuye a su armonía y funcionamiento. Esta propuesta de liderar con el corazón comienza por guiar a todos los miembros de tu equipo desde una óptica positiva y que promueva la armonía para autorregular sus emociones y alcanzar un estado de “coherencia colectiva”, incluso en los peores momentos de dificultad.

Recuerda que todo es energía, y la energía simplemente se transforma. Los seres humanos somos sistemas energéticos; y el estado emocional que experimentas afecta a quienes te rodean. Si dices lo “correcto” y “sonríes”, ante cualquier situación por adversa que ésta sea, y aun cuando por dentro estás que te lleva el diablo, confía en que tu corazón es más sabio que tu mente y encontrará la información apropiada de tus emociones que emanará a través de tu campo electromagnético.

Un electrocardiograma mide electricidad, y lo que genera electricidad genera un campo electromagnético. Bueno, es así que el corazón puede “expresar” y “contagiar” la felicidad o el nerviosismo, la tranquilidad, o la desesperación, y así con cualquier emoción.

Así que, en vez de buscar la raíz de los problemas, busca el origen de lo que más energiza e inspira a tu equipo. “Descubre lo mejor de lo que fue, de lo que podría ser, de lo que debería ser y de lo que será.”

Para que las organizaciones “florezcan” debemos aprovechar todo el poder de nuestras emociones renovadoras y las motivaciones que nacen de la conexión entre las personas. Te invito a que te unas a esta cruzada; la de guiar e impulsar a otros con el “corazón”.

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