¿Quién es Eduardo Magallanes?

Nací en Ciudad de México,  pertenezco a la Generación X y mi misión es acompañar a líderes como tú, a descubrir e impulsar la mejor versión que llevan en su interior.

Me gradué de la Universidad Iberoamericana en Administración de Empresas en Ciudad de México, y posteriormente cursé mi MBA con especialidad en Negocios Internacionales en Thunderbird School of Global Management, AZ.  Adicionalmente, me forme con estudios de especialización en Negocios, Finanzas y Liderazgo en los Estados Unidos y Europa de las Universidades de Harvard Business School, Kellogg School of Management, London Business School e INSEAD.

Tengo experiencia como Gerente General de compañías multinacionales, a nivel país y región, en USA, Europa y Latinoamérica. He tenido la oportunidad de representar roles y cargos ejecutivos para compañías como, Johnson & Johnson, Bristol-Myers Squibb y Bayer AG, impulsando el crecimiento y desarrollando líderes en diferentes partes del mundo.

Actualmente soy asesor, coach y speaker internacional en materia de liderazgo y cultura. Me desempeño como consejero senior de una firma reconocida enfocada en el reclutamiento y desarrollo de talento ejecutivo, liderar cambio organizacional duradero, y construir equipos de alta efectividad. Adicionalmente, apoyo empresas internacionales a expandir su operación en mercados emergentes, y asesoro Startups y grupos Non-Profit en el área de Salud y Biotecnología. Como coach ejecutivo, formado por el CBC, impulso el desarrollo de competencias clave a nivel personal y de empresa.

Durante mi recorrido profesional con 30 años como ejecutivo corporativo y líder de organizaciones globales, he tenido un sinfín de desafíos y oportunidades para agregar valor transformando y guiando a equipos multidisciplinarios y organizaciones bajo misiones corporativas que siempre considere claras y justas.

A mis 50 años de edad, y por diferentes eventos y causalidades, una profunda transformación espiritual cambió el rumbo de mi vida, y en los años siguientes me he dedicado a estudiar, profundizar e integrar esa transformación, marcando el inicio de un intenso viaje interior. Convencido que el mundo corporativo y empresarial aún adolece del liderazgo necesario para activar el potencial humano, escribí L2 – Liderazgo al Cuadrado, un compendio de herramientas para descubrir e impulsar la mejor versión del líder que todos llevan en su interior.

Pienso que para que emerja esa mejor versión como líder, además de perfeccionar las destrezas gerenciales, se debe permitir conectar con la espiritualidad que vive en nuestro interior y valorar esta dimensión como la mayor fortaleza para así desarrollarse como ese líder integrado y consciente al servicio de sus equipos.

Dentro de mi recorrido como líder en el mundo corporativo, de alguna forma me volví́ adicto a sentir esa adrenalina y sensación de poder. Como muchos, me gustaba ser visto como un ejecutivo imparable, fuerte y decidido, con las ideas muy claras para enfrentar cualquier reto, por desafiante que fuera.

Como consecuencia de esta tenacidad y carácter determinado, no me era fácil mostrar mis sentimientos y escondía siempre mis emociones tras una coraza de hierro. En mi mente, mostrar vulnerabilidad no tenía cabida para avanzar en ningún aspecto de la vida, pero después de muchos años y gracias a un exhaustivo trabajo con mi ser interior, logré identificar el verdadero origen de mi limitación y miedo a mostrar mis emociones.

Al éxito, siempre lo vi relacionado con la posición económica y social, con poseer y acumular, y como resultado del trabajo duro a través de una vida activa. Pero la vida tiene una forma hermosa y cariñosa de irte poniendo en tu lugar, te abre la mente en los momentos apropiados y cuando estás listo para apreciar otras expectativas que permiten cuestionar las creencias tan arraigadas que llevamos dentro.

Un accidente donde casi se te va la vida, la pérdida de un ser querido, un divorcio o un tropiezo en el trabajo que te lleva a un quiebre en tu economía familiar te hacen ver que lo más importante en esta presencia de vida es la familia, la salud y las relaciones con amigos; así́, por cursi que suene. Algunos fuimos, o somos, demasiado tontos para aceptarlo y, bueno, yo era precisamente uno de ellos.

Por un lado, la vorágine del día a día por alcanzar ese éxito anhelado en mi carrera como ejecutivo en el mundo corporativo, el cual perseguía a un paso desenfrenado para sentir que encajaba en la sociedad; y por otro, como todo individuo, lidiaba de forma inconsciente con mis traumas y creencias arraigadas de infancia. Con el transcurrir del tiempo, fui entendiendo que esas limitaciones inherentes a mi niñez provenían de creencias y heridas por no sentirme protegido, por lo mismo, siempre sentí́ que debía enfrentarme solo a todo lo que consideraba como un reto ante el mundo, donde había que ser fuerte y duro para destacar y, sobre todo, para ser reconocido por la gente a mi alrededor.


A través de esos casi treinta años de experiencia como ejecutivo corporativo y líder de organizaciones globales, he tenido un sin fin de desafíos y oportunidades para agregar valor transformando empresas y guiando equipos hacia lo que siempre consideré como misiones corporativas, claras y justas. En el camino tuve grandes ejemplos a quienes seguí́ con admiración. Tuve aciertos profesionales así́ como grandes tropiezos, de estos últimos, siempre fue de donde saqué los mayores aprendizajes.

Ahora soy capaz de reconocer que, para mostrar mi mejor versión, debo permitirme conectar con la vulnerabilidad y ver este sentimiento incomodo como una de mis fortalezas, y no como algo negativo. Dejar de juzgar el significado de qué o quién es fuerte o débil, dando por hecho que lo primero es bueno y lo segundo malo.

Como todos y cada uno de nosotros, debo continuar mi trabajo interior para librarme de prejuicios que provienen de esa infancia, de lo inculcado y de lo adquirido con la experiencia. Permitirme explorar otras experiencias que toquen la ternura y la generosidad, abriéndome a los demás con conversaciones sinceras sobre sufrimientos y preocupaciones, simplemente permitiendo que otros empaticen con mis emociones.

La vida tiene formas muy cariñosas de darnos una bofetada cuando más la necesitamos, para ponernos en nuestro lugar y para reflexionar sobre nuestro verdadero propósito. En mi caso, tomó más de una llamada de atención bajo situaciones extremas, dos de ellas relacionadas con eventos de vida o muerte. El primero, relacionado a la contaminación por monóxido de carbono que nos llevó́ a toda mi familia inconscientes al hospital, del cual pudimos salir ilesos y sin secuelas, pero que nos dejó́ con muchos miedos y angustias. El segundo, durante un entrenamiento para una prueba deportiva de alto rendimiento, perdí́ el control de mi bici- cleta, lo que me llevó a una caída muy seria, con lesiones y fracturas graves, que exigió́ que me trasladaran inconsciente en helicóptero al hospital más cercano. Tuve de nuevo mucha suerte para sanar y recuperarme, y tres años después pude regresar al deporte por el cual siento tanta pasión.

Como sobreviviente que soy, reconozco que cuando tu vida pende de un hilo y está fuera de tu control, el tiempo corre de otro modo y con otro ritmo, como en cámara lenta; dándote la oportunidad de reflexionar con atención en cómo vivir tu vida para replantear tus prioridades y propósito con mucha mayor consciencia.


Te quiero decir que deseo de todo corazón, si es que aún no lo has logrado, que un día tengas la oportunidad y el coraje que se requiere para afrontar ese momento que te haga despertar la conciencia y te conecte con el corazón. Que esta experiencia no sea debido a un accidente, como en mi caso, ni que impacte tu salud o la de algún ser querido.

La transición que desencadenan estas experiencias únicas exige un acompañamiento con mucho coraje y valor para replantearte tu vida y reconocer que, posiblemente y por todos estos años, has estado algo desubicado y con tus prioridades equivocadas.

En fin, ahora entiendo la razón de mi constante prisa por transitar la vida; tenía prisa de lograr y conseguir cosas para comprobar que desde un inicio ahí́ estaba todo. Ahora ya no me moviliza la necesidad de ser visto y reconocido, sólo busco el crecimiento interior por satisfacción y amor propio. De esta forma, al sentirme pleno y satisfecho, puedo aceptarme con gratitud como un ser de servicio que contribuye a la comunidad para que otros despierten y prosperen en su transitar.

Por último, para mí, avanzar en el autoconocimiento fue la base de estar satisfecho y genuinamente a gusto conmigo mismo y así́ permitir que otros tengan una mejor experiencia bajo mi liderazgo, permitiendo activar su máximo potencial.

 Espero de corazón que las herramientas revisadas en L2 Liderazgo al Cuadrado te permitan multiplicar y acelerar tu crecimiento como líder en el mundo corporativo y empresarial, contribuyendo así́ a un mejor ambiente laboral y a un mundo mejor. Yo estoy listo para compartir así que, si tú también estás listo para esta aventura de infinitas posibilidades, ¡comencemos!

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