La física cuántica y, más recientemente, la epigenética, son el estudio de los cambios que activan o inactivan nuestros genes con base en la alimentación, el ejercicio y otras sustancias químicas. Esto ha permitido arrojar luz a la profunda conexión entre mente, cuerpo y espíritu. Los conceptos que estudian estas nuevas ramas de la ciencia revelan que la conciencia es responsable de nuestras experiencias de vida, incluido nuestro funcionamiento biológico. Por lo tanto, tus pensamientos son los verdaderos creadores de tu realidad. Esto significa que, al cambiarlos, puedes cambiar tu realidad. Una vez que aceptas que «tú» eres responsable de todo lo que te sucede, logras empoderarte para recuperar el control de tu vida. Es como pasar del asiento de copiloto al de piloto.
Tu mente es responsable de tomar todo lo que percibe en el mundo externo y crear su propia interpretación. De esta manera, tu cuerpo responde a estas percepciones liberando sustancias químicas que afectan tu salud y bienestar: para bien o para mal. Si tus creencias sobre el mundo y sobre ti mismo son negativas, el resultado inevitablemente será angustia, desarmonía y, de alguna forma, enfermedad de tu cuerpo. Tus creencias subconscientes controlan tu biología y, por tanto, tus pensamientos crean tu realidad.
A través de la física cuántica, se ha demostrado que nuestras experiencias en el mundo físico están profundamente conectadas con el funcionamiento interno de nuestra mente. Nuestra mente crea percepciones y esas percepciones propician cambios químicos en nuestro cuerpo que, al final, afectan nuestra biología. Es decir, la manera en la pensamos tiene un efecto sobre cómo nos sentimos. Y cómo nos sentimos, a su vez, afecta nuestra forma de pensar.
Si despiertas cada mañana sintiéndote ansioso o pensando que la vida es dura, entonces tu cerebro iniciará la producción de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, que inevitablemente apagará tu sistema inmunológico y tu capacidad de pensar. Imagina lo que sucedería si te sintieras así todos los días. Debemos contribuir a romper este ciclo para lograr el bienestar de la mente, el cuerpo y el espíritu. Esto es vivir con coherencia.
Ahora que sabes que tus pensamientos pueden influir positiva o negativamente en tu funcionamiento biológico, ¿qué hacer para que tu mente, cuerpo y espíritu trabajen juntos? Primero, debes hacer un esfuerzo en eliminar las telarañas que llevas como creencias limitantes en tu mente. Estas creencias están profundamente arraigadas en tu subconsciente y, como le pasa a la mayoría, ni siquiera eres consciente de ellas. Controlan tu comportamiento y tus pensamientos. Por lo tanto, el primer paso para cambiar tu vida es tomar consciencia de esa programación.
De acuerdo las aportaciones del Dr. Joe Dispenza en el campo de las neurociencias y a los estudios de la meditación, podemos decir que atraemos lo que vibramos y no lo que pensamos. Esto es el punto central de la importancia de la física cuántica que se debe poner sobre la mesa.
Joe Dispenza explica cómo los pensamientos actuales parten de emociones instaladas en nuestro cuerpo a partir de experiencias pasadas, algunas de ellas negativas o incluso traumáticas. Hechos que sucedieron en el pasado (que ahora no tendrían por qué afectarnos en absoluto) condicionan nuestra forma de ver la vida y nos impiden aspirar a lo que nos gustaría lograr. Detrás de cada pensamiento existe una emoción arraigada en el cuerpo que lo condiciona y, además, impide percibir la realidad tal y como desearías que fuera. Nos volvemos, de alguna forma, adictos a comportamientos y sensaciones que tienen su base en experiencias pasadas.
Si reconoces el origen de estos malos hábitos, serás capaz de reprogramar tu cerebro para que aparezcan comportamientos nuevos y creativos en tu vida. Si ante una situación de insatisfacción insistimos en aplicar los mismos mecanismos mentales que hemos aplicado a lo largo de nuestra vida, los que siempre nos han llevado hacia una nueva insatisfacción, jamás saldremos del círculo vicioso de la desgracia. Por el contrario, si nos enfocamos en nuevos objetivos y hacemos las cosas con confianza y con un deseo genuino, es muy probable que se materialicen. Al «reprogramar» nuestro cerebro desaprendemos emociones negativas del pasado y experimentamos nuevas emociones que generan reacciones químicas positivas. Esto propicia la creación de líderes sin temor al fracaso, empleados automotivados y personas libres de depresión y ansiedad.
Finalmente, todo se relaciona con la conexión entre el pensamiento y las emociones. Esto produce sentimientos que manifiestan y crean lo que buscamos en la vida. Confía en que, si puedes pensarlo y conectarlo con la emoción apropiada… ¡lo puedes crear!
La física cuántica facilita un lenguaje científico que sincroniza lo que gira en torno a la energía y a lo que puede llegar a suceder. No es una ciencia objetiva, por lo que requiere de mucha fe para abrirnos a otras perspectivas.
Si lo piensas por un instante, todo a tu alrededor es mágico, pero tus creencias te dicen que todo debe de ser racional y, por lo mismo, no te permites experimentar y aceptar nuevas formas de creación. Hay creencias que suman y otras que nos limitan. Las creencias viven en el subconsciente y es ahí donde la mente reina a través de pensamientos que nos controlan. Los pensamientos ligados a nuestras creencias detonan emociones. Esto desencadenan sentimientos que, al final, determinan la actitud con la que andamos por la vida.
La física cuántica nos muestra el comportamiento de la energía a través de ondas y su frecuencia de vibración. Solamente podemos atraer energía que vibre en nuestra misma frecuencia y, cuando dos ondas se sincronizan, en su sube y baja, esa energía se potencia. Las ondas o frecuencias producidas por el cerebro han sido ampliamente estudiadas. Según su frecuencia en el día, se clasifican como: Beta, Alfa, Theta, y Delta.
Cada frecuencia de onda corresponde a un estado físico y emocional. Es importante identificarlas porque así podrás estimular tus ondas Alfa, donde alcanzarás el nivel que requiere un líder bien integrado y consciente. En nuestro día a día pasamos más tiempo en Beta, vibrando a una frecuencia entre 14 y 40 Hz.
En Beta, estás despierto y alerta: tu mente se agudiza y se concentra. Esto hace que las conexiones sean más rápidas y fáciles, por lo que estás preparado para hacer un trabajo que requiere de toda tu atención. En el estado Beta, las neuronas se disparan. Ahí, las nuevas ideas y soluciones a problemas llegan como relámpagos a tu mente. Además, esta es la onda cerebral que está asociada a la respuesta de lucha o huida, así como a los sentimientos de ansiedad y estrés que genera dispersión del pensamiento.
Ahora bien, en la frecuencia Alfa, entre 8 y 14 Hz, tu estado es placentero y relajado, esencial para la reducción del estrés y potenciar los altos niveles de creatividad. Artistas, atletas y personas intuitivas son productores prolíficos de Alfa.. En esta frecuencia, los hemisferios cerebrales se sincronizan creando una sensación de equilibrio y bienestar. Los beneficios de salud asociados a este estado son la reducción de ansiedad, estrés, depresión, dolor crónico y presión arterial alta, así́ como aumentos en el flujo sanguíneo cerebral y el aumento de la motivación, la energía, el rendimiento y la felicidad.
Existen otras frecuencias como Theta, que oscila entre 4 y 8 Hz. Es el estado que normalmente se experimenta al despertar o al caer en sueño, y donde se produce una sensación de paz interior y de estabilidad emocional. Finalmente, la frecuencia Delta oscila entre 0.5 y 4 Hz, lo que genera un estado de relajación profunda y una conexión con tu subconsciente.
Con un poco de práctica, puedes entrar fácilmente en Alfa, el estado que estimula la producción de endorfinas que equilibra el funcionamiento de tu sistema nervioso. Lo puedes activar fácilmente cerrando los ojos y evitando que los estímulos del mundo exterior te distraigan. Aquí, la práctica de la meditación es muy poderosa.
Un líder bien integrado buscará siempre operar bajo un estado de equilibrio emocional que transmita paz y serenidad a su equipo, aun en las situaciones más estresantes, para activar una toma de decisiones más intuitiva y asertiva.
El ser siempre está en búsqueda de su equilibrio, el cual es un estado muy personal. Tu equilibrio es lo más importante en este recorrido de vida, dado que es la única forma de estar reforzado para explorar el contenido de tu subconsciente y navegar entre las penumbras de tus creencias limitantes. ¡Este equilibrio es la alta vibración!
Ahora bien, ¿por qué atraemos lo que vibramos, y no lo que pensamos?
La ley de la atracción es precisamente eso: la conexión de las mismas frecuencias. Por lo tanto, nunca vamos a atraer lo que queremos, sino lo que somos. Y, ¿qué somos?, la respuesta es sencilla: somos energía y vibración que va a una frecuencia que resuena igual que nosotros. Nada de lo que nos sucede es ajeno a nuestra propia vibración. Esto es la Ley de la Resonancia, a veces llamada Ley de Atracción. Potenciando o disminuyendo tu energía, estás transformando de manera continua tu entorno, indicándole a tus gluones que vibren alto, al nivel de la abundancia o, por el contrario, que vibren bajo, al nivel de la culpa o peor aún… de la vergüenza.
Somos seres que generamos energía electromagnética, y a través de ésta nos relacionamos con el universo, que no habla ninguna lengua creada por el ser humano, como el inglés o el español y, por eso mismo, no puede entender tus afirmaciones. El universo sólo habla una lengua: energía. Entonces, tenemos que reconocernos primero como tal, como energía, para entender por qué atraemos lo que atraemos y por qué, desde niños, nos pasa lo que nos pasa. Explicado de otra forma: para que tu organismo funcione de manera adecuada, necesitas neurotransmisores —hormonas— que permitan la comunicación entre neuronas. Estas hormonas controlan una amplia variedad de funciones físicas y psicológicas, incluyendo tu estado de ánimo, el aprendizaje, el miedo, el placer y la felicidad.
Ahora bien, respecto al concepto de «electromagnetismo», es propicia explicar que electro es un sufijo que viene de electricidad, y magnetismo es tal cual un imán. Estas dos fuerzas siempre viajan juntas y no se pueden separar. Nuestra parte eléctrica provienen de las conexiones de las neuronas, las cuales crean un flujo de electrones. Tus pensamientos representan la parte eléctrica dentro de este proceso dinámico.
Por otro lado, tus emociones representan la parte magnética, y estas se representan como hormonas: dopamina, oxitocina y serotonina. Conforme se desplazan por el cuerpo, van transformando tus células y dan instrucciones de cómo tienen que conducirse: construyendo o anulando la frecuencia. Por eso hay algunas que nos suben la frecuencia y otras que nos la bajan. Entonces, así como no se puede separar la parte eléctrica de la magnética, tampoco se pueden separar los pensamientos de las emociones.
De esta forma, el control de tu energía está en manos del subconsciente, lugar donde se encuentran instaladas las creencias que, la mayoría del tiempo, te guían automáticamente y no permiten que te des cuenta de lo que piensas. Esa contracción impide que veas abundancia, gratitud y compasión a tu alrededor, por lo que el verdadero viaje en búsqueda de la iluminación es hacia adentro: en el subconsciente más profundo. Debes encontrar qué es lo que no está funcionando o qué es aquelllo que hace ruido para, entonces, reconocer lo que no te está permitiendo ser tú mismo y vivir tu propósito de vida. El objetivo no es que te construyas una nueva identidad, sino que, genuinamente, te sientas como parte del cosmos. Como somos nada y, a su vez, somos todo en esa inmensidad, podremos fusionarnos en el universo.
Recuerda que todo está vibrando constantemente, nada permanece inmóvil o inactivo. El pensamiento también vibra, y la manera en que lo hace influye en ti y en lo que atraes a tu vida. Para vibrar en función de lo que quieres atraer, no basta sólo pensarlo y visualizarlo, sino que hay que creerlo y sentirlo con intención; tus creencias en el subconsciente determinan tus pensamientos, los cuales detonan emociones (vibraciones) que decretan tu realidad.
Creer es la única forma en la que logras que lo que está dentro de ti se refleje en la vibración de tu pensamiento. La energía de esta vibración se proyecta y logra atraer exactamente lo que quieres. Si no crees que ya tienes lo que estás deseando, entonces difícilmente conseguirás que tu pensamiento vibre en la frecuencia correcta para atraerlo y que se materialice en tu vida.
Es idéntico con las situaciones que estás viviendo y las relaciones que tienes: llegaron a tu vida por la vibración que tú mismo generaste. Si tu sistema de creencias está basado en lo que te dicta el ego de líder exacerbado, tu pensamiento vibrará en ese mismo sentido e impactará en tu realidad. Es probable que estés atrayendo relaciones toxicas, malos negocios o situaciones que te causan temor, incertidumbre y rabia. Reconoce y acepta que atraes lo que vibras. Para logarlo, primero, tienes que convertirte en un gran observador de ti mismo con respecto a tu sistema de creencias, pensamientos, emociones, actitudes y comportamientos. Identifica dónde estás poniendo tu atención: lo que ofreces y lo que estás exigiéndote a ti mismo y a las demás personas, como, por ejemplo, a los integrantes de tu equipo.
Tienes que hacer este ejercicio con honestidad, convencimiento y voluntad para que consigas pasar de un sistema de creencias basado en el ego tóxico, a uno cimentado en la mente recta y que te permita vibrar en tranquilidad, armonía, abundancia y prosperidad. Así, el sentido de vida se vuelve una experiencia distinta al decir: “estoy aquí como un acto de servicio para acercarme al amor incondicional, ofreciendo herramientas para que otros prosperen en esta presencia de vida y juntos creemos un mundo mejor. De esta manera, se sincronizan perfectamente los conceptos del liderazgo integrado y la física cuántica, lo que da como resultado un poderoso y potenciado «liderazgo al Cuadrado».