El silencio puede ser señal de asertividad, además, también es una forma de comunicar. Tomemos por ejemplo a los directores de orquesta, que tienen la difícil tarea de dirigir a muchos músicos para interpretar melodías de la manera más armónica posible.
Los mejores líderes saben utilizar el silencio como una táctica para expresarse por sí mismos y como una oportunidad para dirigir. El silencio puede convertirse en una herramienta muy útil cuando se trata de liderar a tu equipo.
Seguramente te surgirán algunas preguntas como las siguientes: ¿Cómo se lidera desde el silencio?; ¿cómo puedo impactar y proyectar mi liderazgo sin abrir la boca?
Primero y, antes que nada, si lo que deseas es desarrollar una relación más afectiva, debes crear confianza. Y para construir confianza, debes escuchar más y hablar menos (así de simple). Cuando se quiere establecer una relación, no se trata de sólo hablar, y debemos hacer preguntas y escuchar de forma genuina las respuestas para aprender sobre la otra persona.
Si utilizas demasiadas palabras, el punto clave de la conversación corre el riesgo de perderse. Por ejemplo, en caso de estar en una reunión, no respondas a todos los cuestionamientos que se plantean en el grupo. Se trata de que respondas a una o dos preguntas, las que consideres más importantes, con la finalidad de dejar respuestas más memorables y de mayor impacto.
Como líder, lo que buscas es saber lo que piensan los demás. Por ejemplo, en el caso de proponer un nuevo proyecto, deberías pedir a los demás que compartan y expresen sus ideas. Los buenos líderes dan a otros la oportunidad de liderar, lo que ayuda a ganar respeto y aumentar el poder de influencia.
Cuando no paras de hablar, no permites que los demás compartan su sentir y den respuestas. Así que, cuanto antes dejes de hablar, más rápido te responderán.
No necesitas de nadie para cosechar el poder del silencio. Te debes tomar tiempo del día para estar en silencio. Hay que practicar con ejercicios simples como mantenerse un momento de silencio al despertar por la mañana o ir a una habitación sola durante la jornada de trabajo y cerrar la puerta durante unos minutos. En ocasiones, el silencio puede decir más cosas que las palabras y se debe aprender de ello.
La meta es identificar cuando el silencio ayuda a expresarse mejor por sí mismo para aumentar el poder de liderazgo.
Créeme, “el silencio puede ser una herramienta muy útil cuando se trata de liderar a un equipo, pues cuando el líder permanece en silencio para escuchar a su equipo o a sus colegas, les está dejando más espacio y facilitando su propia contribución.
Piénsalo de esta otra forma: “Tu opinión tiene mucho peso, y cuando te expresas puedes condicionar a tu equipo, a quienes les puede llegar a resultar difícil mostrar una perspectiva diferente a tu opinión. Por eso es muy conveniente el ser juicioso e inteligente para moderar tu participación”.
Ahora déjame compartirte algunas situaciones que, durante mi recorrido como líder, he constatado que siempre, y digo siempre, deberías permanecer con esa boca bien callada para agregar el mayor valor a tu equipo.
-Cuando delegas una responsabilidad:
Es común que a quien le delegaste esa tarea intente abordarte preguntando hasta el último detalle sobre ese proyecto. Créeme, aunque sea tentador responder, como líder debes devolverle la pelota al colaborador con preguntas y no con respuestas, algo como: “te entiendo, pero antes de responderte dime, ¿tú cómo la realizarías?… y callarte para escuchar su narrativa. De ese silencio seguramente emergerá la auténtica delegación y desarrollo de quien asume esa nueva responsabilidad.
–Cuando surgen problemas:
Los problemas son una oportunidad de oro para que los miembros de tu equipo muestren su valía. Por eso, en lugar de acudir corriendo a apagar el fuego y sacarte del sombrero una solución mágica, lo mejor que puedes hacer —como el líder que quiere que su equipo crezca— es preguntar a tus colaboradores qué harían ellos para resolver ese problema y escuchar sus propuestas.
–Cuando sabes que la gente se bloquea cuando se impone tu presencia de líder:
Esto es una situación que a menudo se resuelve simplemente dando un poco de espacio a la gente y algo de tiempo para pensar. Así es, de tu silencio como líder puede surgir el espacio necesario para que los miembros de tu equipo pasen del “no lo sé” a ofrecer respuestas. Un simple “seguro que se les ocurrirá algo” créeme que les tranquilizará, les hará sentirse respaldados y les ayudará a encontrar alternativas.
-Cuando te encuentrasen una reunión con clientes, en compañía con tu equipo:
Es muy habitual que como líder asumas el control de la reunión y con esto desplaces a tu gente a un segundo plano, incluso cuando sea directamente alguno de tus colaboradores quien conoce y maneja la cuenta del cliente en el día a día. Este es un grave error típico que hará que el cliente lea entre líneas que en caso de problemas ha de tener que acudir a ti, y no a tu equipo. Además, el peso de tu gente o del colaborador se devalúa y queda dañado de por vida.
Por eso lo mejor que puedes hacer como el líder en la mesa de reuniones es escuchar mucho y, en su caso, ofrecer retroalimentación a posteriori y a solas.
–En situaciones cuando la gente se encuentre murmurando, o burlándose de algún compañero con cara de complicidad:
Como líder no te puedes permitir participar, y mucho menos echar leña al fuego. Has de mantener una actitud ética y no hablar mal de nadie que no esté presente. Ante esta situación tus opciones son, por tanto, las de callarte y mostrar reprobación con la mirada, o si lo consideras necesario, intervenir con un tono de reprobación.
–Cuando hay que presentar a la alta dirección algún proyecto en el que tu equipo lleva trabajando mucho tiempo, y la presentación corre a cargo del miembro del equipo que lo ha estado desarrollando y quien mejor lo conoce:
Es una reunión importante y, como tal, tú como el líder del equipo, debes dar espacio para que ese colaborador se sienta cómodo y lo haga lo mejor posible. En este tipo de situación, tu participación como líder ha de limitarse a formular preguntas estratégicas y abiertas con el simple objetivo de que el colaborador, a través de su exposición, pueda realzar el proyecto. ¡Nunca trates de llevarte el crédito!
–Cuando surge un debate o discusión entre miembros de tu equipo, quienes buscan algún tipo de consenso en torno a nuevas posibilidades… hasta que tú, como líder te pronuncias.
El peso de tu autoridad hace que la mayoría de los miembros del equipo se adhieran a tu punto de vista, y entonces el intercambio genuino de ideas decae hasta el piso. Por eso es más interesante que, antes de expresar tu propia opinión, como líder debes asegurarte de que todos participen, y que los animes a hacerlo, ya sea con la mirada o con preguntas directas.
Lo peor que puede ocurrir en un equipo es que todos opinen lo mismo.
Y para cerrar este capítulo te quiero compartir un pensamiento de Ma Luisa Miguel:
“La distracción más poderosa de un líder no es el ruido que viene del entorno en el que se mueve, sino del que proviene de la confusión de su propia mente”. Y recuerda: a veces un silencio cuenta más que mil palabras.